Es una de las modalidades de la lucha armada revolucionaria que consiste en emplazar grupos móviles en puntos estratégicos de un país, especialmente en las zonas campesinas y en lugares próximos a las pequeñas ciudades para emprender escaramuzas de desgaste militar y psicológico contra las fuerzas armadas regulares. Los focos guerrilleros son grupos armados poco numerosos, esencialmente móviles, especialmente preparados para golpes de sorpresa, emboscadas y combates ligeros con los cuales golpean a las unidades de contrainsurgencia de las fuerzas armadas regulares. El foquismo se propone iniciar un proceso general de insurgencia contra el orden constituido, para lo cual cuenta con el acción concomitante de grupos clandestinos en las ciudades que se encargan de hacer sabotajes en sus centros vitales, paralizar su operación y crear las condiciones subjetivas para la acción armada revolucionaria de la población civil contra el gobierno.
Uno de los factores de éxito del foquismo es el apoyo de la población, en forma de provisión de alimentos, cooperación logística, reclutamiento, transportes, respaldo informativo, asistencia a los heridos, ocultación de sus efectivos y otros servicios.
La lucha foquista se desarrolla en los parajes más inhóspitos y con frecuencia es una lucha prolongada, que demanda de los guerrilleros una moral alta y una férrea disciplina para enfrentar no sólo fuerzas superiores en número y armamento sino también la vida tan precaria y nómada, los quebrantos leves y graves de la salud sin posibilidad de asistencia hospitalaria, las inclemencias del clima, la falta de agua potable y de instalaciones sanitarias y la deficiente alimentación.
El foquismo no es un ejército sino un conjunto de pequeños grupos armados, fragmentados intencionalmente y preparados para la lucha irregular con métodos no convencionales. Carece de bases fijas. Forma una red coordinada de comandos móviles bajo una conducción general. Se mueve en la clandestinidad. Su técnica de combate es ofensiva —ataque y retirada— ya que su inferioridad en número, medios y armas respecto de las fuerzas armadas regulares le impide resistir una ofensiva concentrada. Su mayor ventaja es conocer el terreno y centrar la lucha en él.
Mao Tse-tung propuso en 1928 la táctica que denominó “defensa estratégica” y que consistía en que las fuerzas guerrilleras debían evitar el enfrentamiento con un enemigo más poderoso. En vez de eso la consigna era el acorralamiento y el aniquilamiento de las fuerzas regulares tan pronto como se den las condiciones de momentánea superioridad de los partisanos. En 1928 escribió: “el enemigo avanza, nosotros nos retiramos; el enemigo levanta un campamento, nosotros le tumbamos; el enemigo se cansa, nosotros atacamos; el enemigo se retira, nosotros lo perseguimos”.
La lucha partisana tiene varios teóricos y prácticos en diversos lugares y épocas: L. A. Blanqui, D. V. Davydov, Karl von Clausewitz, T. E. Lawrence, Mao Tse-tung, A. H. Nasution, V. I. Lenin, Ernesto Guevara, Regis Debray, Carlos Marighela, Nguyen Giap, Truong Chinh, Jorge Briceño y muchos otros.
En su "Manual del Guerrillero Urbano", Carlos Marighela —fundador y líder de la Alianza de Liberación Nacional (ALN) de Brasil a fines de los años 60 del siglo anterior— afirmaba que el guerrillero debe ser valiente, diestro en el manejo de las armas y en la preparación y uso de explosivos, capaz de tomar decisiones heroicas, resistente a la fatiga, el hambre y las durezas del clima, capaz de “conquistar el arte de tener paciencia ilimitada, mantenerse calmado y tranquilo en las peores condiciones y circunstancias, nunca dejar huellas o trazos, no desalentarse”. Debe prepararse física y emocionalmente con caminatas, escalada de montañas, prácticas de supervivencia en la selva, ejercicios de remo, natación y buceo. Ha de saber pescar y cazar, conducir vehículos y botes, poseer nociones básicas de mecánica, radiotelefonía y electricidad, tener conocimientos de topografía, manejar instrumentos de localización de posiciones, saber calcular distancias, estar en condiciones de elaborar mapas y planos a escala, poseer conocimientos básicos de química y tener nociones básicas de medicina, farmacología y primeros auxilios.
Estas son las destrezas fundamentales que forman parte de la preparación técnica del guerrillero.
Los trotskistas, sin embargo, niegan todo valor estratégico al foquismo. Sostienen que las revoluciones son siempre obreras y urbanas y no las hacen los guerrilleros en la montaña, por heroicos que sean, sino las masas de las ciudades, puesto que no hay revolución posible fuera de los centros del poder. Afirman que es el “pueblo en armas”, y no el “aventurerismo” guerrillero, el protagonista de la revolución.