“mujer del césar”

                Esta es una expresión atribuida al emperador romano Julio César (102-44 a. C.), sin duda uno de los más grandes hombres de Estado y políticos de la Antigüedad. La frase completa es: “la mujer del César no sólo debe ser honesta sino además parecerlo”. Palabras que dirigió el emperador a su mujer Pompeya cuando supo que Publio Clodio Pulcro, uno de los más encendidos opositores a la última república romana, enamorado perdido de ella, la había visitado en su casa. La historia es que Clodio, al ver que no tenía oportunidades de acercarse a ella, se disfrazó de mujer e ingresó a la vivienda del emperador con ocasión de la fiesta de la Bona Dea, en la que no se admitía a los hombres.

               Aunque no creyó culpable a su mujer, César la reprendió con aquellas palabras que se volvieron célebres a partir del relato que de esta anécdota hizo el historiador griego Plutarco al tratar la vida de Julio César.

               La cuestión, sin embargo, va más allá de la conveniencia de un político de cuidar la castidad de su mujer en un mundo en que, según decía Lope de Vega en una de sus comedias, el tener buena mujer es la llave de la honra, y, como escribía en otra, no hay mujer que sea buena si ve que piensan que es mala. La cuestión alcanza a la actividad política en general, en la cual a menudo prevalecen las apariencias sobre las realidades. Cosa que hoy ocurre con mayor definición y frecuencia que siempre porque la política se resuelve en la serie de imágenes proyectadas por los medios masivos de comunicación, donde el aspecto exterior alcanza la mayor importancia.

               En la videopolítica contemporánea las apariencias suplantan a las realidades y la gran masa de televidentes valora a los políticos más por su telegenia que por su inteligencia. En esa complicada trama semiológica que han tejido los medios de comunicación la imagen se ha superpuesto a la personalidad, la verosimilitud a la verdad, el estilo al discurso, la envoltura al contenido, la eufonía a la consistencia y la popularidad a la responsabilidad en los actores de la vida pública. 

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