Viene del latín tugurium. Significa originalmente choza de pastores. Por extensión se usa esta palabra para designar habitación o vivienda pequeña y pobre o el barrio que la tiene.
Si bien el problema de la vivienda no ha sido solucionado en país alguno del planeta y cada vez aumenta el déficit cuantitativo y cualitativo de ella, la cuestión cobra caracteres dramáticos en el <tercer mundo, que ha lanzado a las más precarias e infrahumanas condiciones de vida a muy amplios sectores de la población.
Enormes cinturones de vivienda precaria y miserable se han desarrollado en torno a las grandes ciudades. En América Latina el problema es angustioso. Son aterradores el hacinamiento y la promiscuidad en que vive gran parte de la población en los barrios callampas de las áreas metropolitanas de Chile, en las favelas brasileñas, en los pueblos jóvenes de Lima, en las villas-misera del gran Buenos Aires, en los barrios suburbanos de Ecuador, en las colonias proletarias de México, en los barrios de invasión de Colombia, en los ranchos venezolanos, en los cantegriles de Montevideo, en las laderas de La Paz y, en general, en las zonas de hacinamiento y pobreza que se han formado en torno a las grandes ciudades latinoamericanas.
El hacinamiento de la población tiene efectos políticos muy importantes, no sólo en la dimensión de la >violencia y en su repercusión en las condiciones de <gobernabilidad de los países que la sufren, sino también en el surgimiento del <populismo como fenómeno político de raíces económicas.
La <sociología se ha encargado de desentrañar bastante bien las relaciones que existen entre las condiciones de vivienda de un país y su vida política.