Es quien huye de un lugar a otro y, en sentido figurado, quien reniega de sus principios ideológicos, abandona su partido político y se pasa al bando contrario. El transfugio —palabra ausente del diccionario castellano, pero insustituible— denota en sus autores falta de firmeza ideológica, debilidad de convicciones, exceso de pragmatismo, oportunismo político, deserción, felonía y anteposición de intereses personales.
Con frecuencia algunos políticos buscan utilizar a un partido para sus fines egoístas y, cuando no logran su propósito, abandonan sus filas y se entregan apasionadamente a servir los intereses de los adversarios. Por lo general el tránsfuga profesa un terrible odio rencoroso al partido de cuyas filas salió y se convierte en su peor enemigo.
En el argot político de Ecuador se ha acuñado la expresión “cambio de camiseta” para referirse al transfugio político, por analogía con lo que sucede en el fútbol profesional cuando el jugador de un equipo se pasa a otro para la próxima temporada y viste una nueva camiseta.
La volatilidad de los partidos políticos en América Latina se explica, entre otras causas, por los altos índices de transfugio debidos a la falta de firmeza ideológica en los dirigentes, inconstancia en los afiliados y volubilidad en los votantes.
El profesor Scott Mainwaring de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos ha desarrollado la tesis de la electoral volatility de los partidos políticos latinoamericanos, con base en estudios estadísticos de las elecciones presidenciales desde 1970 hasta 1993 que demuestran las acusadas fluctuaciones que ellos registran en el respaldo popular. Su poder se volatiliza con extremada facilidad de una elección a otra. Lo cual demuestra la poca consistencia de ellos, su inestabilidad y el alto índice de transfugio de sus miembros.