Esta es una palabra que viene del inglés totem y ésta, de dodaim en la lengua de una tribu de América del Norte, que designaba a sus dioses primitivos. El tótem fue, en las sociedades primigenias, el animal, el árbol o la planta a los cuales sus miembros tenían como antepasado común y a los que rendían culto. El tótem, por tanto, presidía la vida comunitaria. Los miembros de las sociedades preestatales —la horda, el clan y la tribu— tenían la creencia de que descendían del tótem como antepasado común. Fue el factor aglutinante del grupo. Descendientes del mismo animal o planta, todos se sentían integrados a la comunidad y compartían los derechos y deberes comunitarios.
Se designa con la palabra totemismo al conjunto de creencias, supersticiones y costumbres que giraban en torno al tótem, como deidad que presidía la vida de las colectividades primitivas.
El totemismo fue parte de la manera de ser de los grupos primitivos. Probablemente fue la primera y rudimentaria forma de culto religioso, mucho antes de que las religiones crearan los dioses antropomórficos. En las tempranas épocas de los grupos humanos, la búsqueda de protección o de explicación de lo inexplicado condujo al hombre a la identificación y culto del tótem, que se convirtió en el protector del grupo. Se lo representó en un rústico fetiche, generalmente de gran tamaño, que ocupó el lugar de honor en los actos de la vida social. Los museos de historia conservan muchos de estos fetiches, labrados y pintados en grandes troncos de árbol. En inglés se llaman totem-pole y en castellano poste totémico.
Reminiscencias del totemismo son, sin duda, los emblemas y nombres de animales que se utilizan en la vida moderna como mascotas o distintivos de las actividades deportivas.