Es el conjunto de ideas que pretenden explicar los movimientos, direcciones y volumen de las inversiones dentro de una economía y los factores que los determinan. La inversión es uno de los destinos posibles del dinero. Por tanto, es un elemento fundamental del <desarrollo. Los países avanzados se caracterizan por tener altas tasas de <ahorro e inversión. Lo cual significa que hay en ellos elevados índices de acumulación de capital que se destinan a actividades de la producción. Ahorro e inversión están íntimamente vinculados en el proceso del desarrollo. El ahorro está orientado hacia la inversión, sea que la haga directamente el ahorrador, sea que su dinero sirva para satisfacer las necesidades de financiación de otra persona.
Los economistas suelen diferenciar la inversión real y la inversión financiera, según los recursos económicos se destinen a la adquisición de bienes de producción o a la de activos financieros rentables, como los depósitos bancarios de ahorro o a plazo, los bonos a corto o largo plazo, los títulos representativos de crédito comercial, las acciones y participaciones en empresas. La diferencia principal entre estas dos formas de inversión es que los fondos destinados a la primera sirven para adquirir bienes de capital productivo con los cuales se aumentará la producción futura de la economía mientras que la inversión financiera es el trasvase de fondos de unas unidades económicas a otras, destinados al incremento del gasto en general, incluido el de consumo.
Los economistas clásicos y los neoclásicos, tanto como el británico John Maynard Keynes (1883-1946) y sus seguidores, elaboraron diferentes teorías de la inversión para tratar de explicar las variables que inciden en los volúmenes de ella que se dan dentro de una economía. Los clásicos dieron mucha importancia a la relación interés-salario, a través de la cual explicaron la intensificación del factor capital o del factor trabajo en el proceso de la producción, partiendo de la idea de la completa maleabilidad de esa relación y, por tanto, de la posibilidad siempre abierta de sustituir un factor por el otro. La conclusión a la que llegaron fue que el flujo de la inversión se mueve en forma inversamente proporcional al nivel de los tipos de interés, a los que consideraron la única y fundamental variable que determina el volumen de inversión. Pero veían siempre posible, naturalmente, compensar la baja de la inversión por el uso intensivo del factor trabajo para disminuir los costes de producción.
Los economistas de la línea keynesiana, en cambio, desarrollaron una teoría de la inversión diferente, en la que sostuvieron que la demanda agregada de inversión no solamente estaba sujeta a las tasas de interés sino también a las expectativas de beneficio de los empresarios. De modo, entonces, que ella dependía de dos variables y no sólo de una. Los economistas neoclásicos, en cambio, acusaron a Keynes de no haber sido lo suficientemente claro en la diferenciación de lo que es el capital, entendido como un stock, y de lo que es la inversión, entendida como el flujo que lo aumenta o disminuye.