Hay dos nociones de subconsumo: la de los países ricos y la de los países pobres. Esto significa que es una noción relativa y depende de las condiciones de cada sociedad. Puede significar un nivel de consumo inferior a la oferta de bienes y servicios, en los momentos críticos del ciclo económico en los países desarrollados, o un consumo inferior a las necesidades básicas de las personas en las sociedades pobres.
El subconsumo, en las sociedades opulentas, es un fenómeno coyuntural ocasionado por una crisis. Hay toda una teoría económica al respecto. Pero en los países pobres es una característica estructural que responde a las grandes disparidades en la distribución del ingreso, a los altos índices de marginación social, bajo poder adquisitivo de la población, demanda insuficiente, exiguas tasas de ahorro e inversión y altos porcentajes de fecundidad demográfica.
En el primer caso, el subconsumo se relaciona con la oferta y deja en la economía grandes stocks sin venderse. Pero es un fenómeno coyuntural. En el segundo, se relaciona con las necesidades básicas de la población, que quedan insatisfechas a causa de su pobreza, y es un fenómeno estructural.
Son, por tanto, dos fenómenos diferentes, propios de las sociedades desarrolladas y de las subdesarrolladas.
En los países pobres se combinan, como parte de su <dualismo, altos índicadores de lo que los economistas llaman consumo “conspicuo” en las minorías aventajadas con duras condiciones de subconsumo en las mayorías empobrecidas.
En todo caso, el vocablo tiene dos acepciones claramente diferenciables.