El instinto socialista es tan antiguo como el hombre pero su sistematización teórica es relativamente reciente. Pienso que el hombre nació socialista. En la colectividad primitiva no hubo tuyo ni mío. Los bienes pertenecían a quienes los necesitaban. Pero después, cuando los medios de producción, por obra del avance tecnológico, crearon excedentes que fueron acaparados por unos pocos dentro del grupo, empezó a desvanecerse el socialismo instintivo de la sociedad primitiva y advino un régimen de desigualdad económica y dominación política. Nacieron así los gérmenes de la injusticia social y, con ellos, el antagonismo entre ricos y pobres.
La palabra socialismo fue acuñada en 1832 por el filósofo, escritor y político francés Pierre Leroux (1797-1871), seguidor de las ideas del filósofo social francés Henri de Saint-Simon (1760-1825), en oposición a individualismo. Como doctrina política, el socialismo fue una idea europea, desarrollada por pensadores europeos. Y de Europa se extendió por el mundo.
Sin embargo, la palabra se había utilizado antes, aunque con un sentido diferente, por el benedictino Anselm Desing, quien en 1753 llamó socialistae a los “maestros modernos del derecho natural” que admitían una sociabilidad natural en los hombres. Y en 1827 la palabra “socialista” se empleó para designar a los seguidores del socialista utópico inglés Robert Owen (1771-1858). Pero el término estaba lejos todavía de tener la significación que se le adjudicó después: una teoría y un movimiento surgidos en la sociedad burguesa con el propósito de modificar el orden social existente para establecer, sobre la base de nuevas relaciones de propiedad, un orden nuevo sin “la explotación del hombre por el hombre” y en el que cada persona trabajara en proporción a sus capacidades y recibiera de acuerdo con sus necesidades.
La sistematización de la inconformidad con las disparidades sociales produjo, con el pasar de los tiempos, diversas formas de socialismo: desde el >socialismo utópico de principios del siglo XIX hasta la <socialdemocracia del norte de Europa y el >socialismo democrático de otros países, pasando por las diversas versiones históricas del <marxismo.
Hay una tendencia dogmática, muy propia de la extrema derecha y de la extrema izquierda, a negar la existencia de varios socialismos. Para ella la palabra socialismo designa una sola cosa: el marxismo. Este sería el único socialismo real. La verdad, sin embargo, es que la fecundidad de la idea socialista ha generado a lo largo del tiempo diversos socialismos y diversas etapas en el desarrollo de cada uno de ellos.
Para el escritor y dramaturgo irlandés Bernard Shaw (1856-1950) —uno de los inspiradores de la Sociedad Fabiana formada en Inglaterra a comienzos de los años 80 del siglo XIX, como un grupo de reflexión sobre las ideas socialistas— “el socialismo es una opinión respecto a cómo debe distribuirse la renta nacional puesto que su distribución no es un fenómeno natural: es una cuestión de ordenamiento, sujeta a cambiar como cualquier otro ordenamiento”.
La característica común de todas las ideologías socialistas es la disconformidad con el régimen social injusto, la vocación de cambiarlo, la emancipación de la fuerza de trabajo humana de su condición de mercancía, la responsabilidad social de la propiedad, la solidaridad y la promoción de métodos de equitativa distribución del ingreso. Este es el común denominador de los socialismos. Pero, al lado de las afinidades generales, están sus diferencias conceptuales, metodológicas, estratégicas y tácticas.
Con el advenimiento de la ideología marxista la palabra socialismo adquirió una connotación antiburguesa. El socialismo se convirtió en la contrapartida del burguesismo. Y significó la reconstrucción por la vía revolucionaria del orden social, jurídico y económico sobre la base de la propiedad común para arribar a la última etapa: el comunismo, carecterizado por la supresión de la propiedad privada, el deber del trabajo y la distribución de los bienes según las necesidades.