Es la tendencia del hombre a formar sociedades, a integrarse dentro de ellas, a establecer interrelaciones sociales, a compartir destinos y tareas con sus semejantes, a vivir en comunidad.
El hombre es un ser sociable por naturaleza. Lo describió Aristóteles con su conocida frase de zoon politikon, traducida más tarde por Tomás de Aquino (1225-1274) como “animal político y social” que, conforme con su propia naturaleza, vive en una “sociedad de muchos”. Está dotado de un fuerte instinto gregario. Además, su razón le hace comprender las ventajas de la vida en comunidad, dado que es un ser esencialmente incompleto e insuficientemente dotado para afrontar las demandas de su propia pervivencia. Sólo con propósitos de investigación puede tomarse al hombre aislado para tratar de establecer cuales serían sus condiciones de vida fuera del grupo, del mismo modo como “un físico puede considerar ficticiamiente lo que sucedería si llegase a faltar la ley de la gravedad con el fin de mostrar el efecto de esta ley, que nadie prodría ciertamente abolir”, según afirma el jurista italiano Giorgio Del Vecchio (1878-1970).
La sociedad humana, en consecuencia, es el resultado del instinto gregario del hombre, que no está equipado para sobrellevar una vida en soledad, y también de su inteligencia que pronto le hace comprender las ventajas de la vida comunitaria.