Neologismo que viene del francés sabotage, que significa daño o deterioro hecho por los obreros en las instalaciones o maquinarias de una empresa para perjudicar a los empleadores.
El origen de la palabra está en el vocablo sabot con que en francés se designaba el zapato compuesto de una sola pieza de madera vaciada que usaban los antiguos campesinos franceses. En algún episodio de huelga de los obreros a fines del siglo XIX, éstos —que en buena parte procedían del éxodo de los campesinos hacia las ciudades, atraídos por el maquinismo— introdujeron sus zapatos en las máquinas para dañarlas, como represalia contra sus patronos. A este tipo de acciones pronto se les denominó en francés sabotage para significar la operación de descomponer las instalaciones fabriles por parte de los obreros.
Y la palabra, por extensión, se aplicó en la vida política para designar los actos ejecutados con el fin obstaculizar o impedir la realización de cualquier obra, proyecto o iniciativa del gobierno o de otros sectores políticos.