Es la lucha por la defensa de los derechos de los negros, vulnerados en algunas de las sociedades blancas.
El negrismo, como manifestación política, ha ocupado un lugar de primera importancia en la lucha por la abolición de la <esclavitud durante el siglo XIX y contra la segregación racial después. En 1688 los cuáqueros declararon en las colonias inglesas de Norteamérica que la trata de esclavos era contraria al espíritu del cristianismo. A principios del siglo XVIII se estableció la organización secreta underground railway que propiciaba la fuga hacia el norte de los esclavos afincados en los estados del sur. En 1775 se fundó en Filadelfia la sociedad abolicionista, presidida por Benjamín Franklin (1706-1790), para luchar por la supresión de la esclavitud de los negros en Estados Unidos. Después vinieron nuevas organizaciones abolicionistas. Años más tarde, en 1863, el presidente Abraham Lincoln (1809-1865) expidió la ley de manumisión y los esclavos negros, que fueron la mano de obra de las plantaciones algodoneras del sur, obtuvieron su libertad. Esto originó la larga y cruenta <guerra civil (1861-1865) que enfrentó a los estados antiesclavistas del norte contra los esclavistas del sur. Vencieron las fuerzas abolicionistas pero quedó un fermento de resentimiento y segregación racial que ha gravitado muy negativamente en la vida norteamericana por más de cien años.
En 1821 arribaron a Liberia, situada en el oeste de África, veinte mil negros libertos norteamericanos —conocidos como los americo-liberians— que establecieron allí una colonia de hombres libres de color —free men of color— bajo los auspicios de la American Colonization Society de Estados Unidos, que se había empeñado en repatriar a los negros norteamericanos a su lugar de origen, en obedecimiento de las palabras de Thomas Jefferson (1743-1826) de que los blancos y los negros “no pueden vivir en igual libertad en el mismo sistema político”, tesis que compartían otros “padres de la patria”, como James Madison (1751-1836), Henry Clay (1777-1852) y John Randolph (1773-1833).
Liberia es un pequeño Estado que tiene 96.320 kilómetros cuadrados de territorio y 3’482.211 habitantes, según cifras de 2005. Fue fundado en 1847 por los esclavos negros emancipados provenientes de Estados Unidos, que dieron a su capital el nombre de Monrovia en homenaje al presidente norteamericano James Monroe (1758-1831), acogieron el inglés como su lengua oficial, adoptaron una bandera muy parecida a la norteamericana (sólo que en lugar de 50 estrellas hay una y once franjas en vez de trece), expidieron una Constitución copiada de la de Estados Unidos e implantaron en 1944 el dólar liberiano como su moneda nacional, aunque en 1989, a raíz del largo enfrentamiento armado entre tribus, adoptaron el sistema bimonetario con el dólar liberiano y el dólar norteamericano.
A partir de la manumisión, el movimiento negro —en una dualidad que todavía perdura— se dividió en dos corrientes: la que preconizaba la ruptura con la sociedad blanca y la que propugnaba la integración. El predicador y periodista jamaicano Marcus Garvey fue, a comienzos de siglo, el gran lider de la primera posición. Fundó el movimiento denominado Universal Negro Improvement Association, bajo el sueño de unir a todos los pueblos negros del mundo para reintegrarlos en una África libre. La vuelta a la madre África era su consigna. En cambio, el sociólogo y escritor estadounidense William Du Bois era el líder integracionista. Creó en 1905 la Asociación Nacional para la promoción de la gente de color y fundó en 1910 la revista "Crisis", en la que colaboraron los más importantes escritores negros de ese tiempo.
El movimiento de los black muslims, que predica el separatismo político de los negros y la vuelta al islam para que sean salvados por Alá, participa de la posición de ruptura y se ha propuesto crear un “poder negro” en Estados Unidos.
En los años 60 del siglo pasado la lucha de los negros por su integración, esto es, por lograr un trato igual al de los blancos, estuvo encabezada por Martin Luther King, hasta su muerte, y después dirigida por Jesse Jackson. Ellos han postulado la no violencia como uno de los principios fundamentales de su lucha reivindicatoria. Como consecuencia de ella el Congreso de Estados Unidos expidió la ley de derechos civiles en 1964. Martin Luther King obtuvo el Premio Nobel de la Paz pero fue asesinado en 1968.
Después de un período de cierto inmovilismo, aunque no de inacción, un clérigo musulmán con tendencias demagógicas llamado Louis Farrakhan, líder de una organización racista negra denominada la Nación del Islam, nacida en los días de la gran depresión de 1930 en el gueto negro de Detroit, convocó en Washington una gigantesca manifestación de hombres y mujeres de color, el 16 de octubre de 1995, para protestar contra el racismo, la injusticia, la marginación económica y la estructura de poder blanco. Centenares de miles de manifestantes coparon la enorme explanada que se extiende desde el Capitolio al obelisco de George Washington, en lo que se considera la mayor manifestación negra de la historia de Estados Unidos.
Estuvieron presentes todos los líderes negros, entre ellos Jesse Jackson, Rosa Parks, Kirby Duvillier y muchos otros, junto a figuras del deporte, de la música y de la cultura. Ella causó gran preocupación en Estados Unidos. La opinión pública temió que ese acto marcase la reiniciación de las actividades de protesta negra. El propio presidente Bill Clinton pidió a los norteamericanos que “limpien la casa de racismo” y señaló que “ni el divorcio ni la separación entre razas son opciones posibles”. “Aquí, en 1995, al borde del siglo XXI —dijo— no podemos atrevernos a tolerar la existencia de dos Américas”.
Sin embargo, varios días de disturbios y protestas callejeras se produjeron en la pequeña ciudad norteamericana de Ferguson, Misuri, a partir del 11 de agosto del 2014, a consecuencia de la muerte del joven afrodescendiente Michael Brown, de 18 años de edad, causada por los disparos de un policía. En las movilizaciones de protesta se produjeron saqueos, violencia, enfrentamientos con las fuerzas del orden y lanzamiento de <bombas Molotov.
La ciudad de Ferguson, en la que las dos terceras partes de sus 21.000 habitantes eran afroamericanas, encendió las apagadas tensiones raciales en varias ciudades norteamericanas. El presidente Barack Obama interrumpió sus vacaciones en Massachussets para pedir calma y justicia por la muerte del joven.
Las violencias callejeras, con incendios y saqueos, volvieron a repetirse tres meses después en Ferguson y otras ciudades con ocasión del fallo judicial absolutorio otorgado al policía autor de la muerte de Brown.
Otro capítulo dramático de la lucha del negrismo por la reivindicación de sus derechos civiles y políticos fue el de la República de Sudáfrica. La minoría blanca impuso en ella a partir de 1948 el sistema denominado <apartheid contra la mayoría negra. El Nationalist Party, de los nacionalistas boers, tomó el poder. El apartheid, a pesar de que en teoría significa que las personas de distinta raza tienen iguales oportunidades pero por separado, en la práctica sometió a la mayoría de color —a los nativos o bantúes— a humillantes discriminaciones en la vida social, política y económica de la comunidad sudafricana. Los negros no tuvieron derecho a participar en la conducción del Estado, a pesar de que representan cerca del 83% de la población. Fue punible el matrimonio entre blancos y negros, éstos no pudieron asistir a los planteles educacionales de los blancos, debieron ocupar medios de transporte diferentes, les estuvo prohibido vivir en los barrios blancos y sufrieron toda suerte de segregaciones. En 1953 se incriminó como delito que una persona de color participara en una huelga.
El líder blanco Frederik de Klerk, que asumió el poder en 1989, legalizó la organización negra denominada Congreso Nacional Africano (CNA) y decretó la libertad de su líder Nelson Mandela (1918-2013), después de 27 años de prisión. Este fue un paso muy importante para desmontar el <apartheid. Abrió conversaciones con los grupos negros y, como fruto de dos años de negociaciones, una Constitución provisional fue aprobada por abrumadora mayoría el 22 de noviembre de 1993 por el parlamento tricameral sudafricano, si bien con la oposición de la llamada Alianza Libertad que agrupó a los segregacionistas blancos de extrema derecha, es decir, a los afrikaners —que son los descendientes de los primeros colonos blancos— y a los conservadores negros zulúes y tswanas, miembros de las dos más grandes tribus negras del país.
Bajo la Constitución provisional se realizaron las primeras elecciones multirraciales del 26 al 28 de abril de 1994, que fueron ganadas por el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido de Mandela, por el 62,6% de los votos depositados por casi 20 millones de electores.
En un proceso que no fue fácil por la carga de odios mutuos que se habían acumulado a lo largo del tiempo, en el que incluso los grupos fanáticos de ambos lados se negaron a participar en la transición democrática, terminaron 300 años de dominación blanca y 46 de apartheid.
Dos años más tarde, en mayo de 1996, después de arduas negociaciones, una asamblea constituyente aprobó la nueva Constitución sudafricana, en la cual se abolió definitivamente el apartheid y se diseñó una sociedad fundada sobre principios de igualdad, justicia y democracia.