Esta palabra tiene múltiples significaciones, en función de su aplicación a los diferentes campos de la actividad humana o de la dinámica de los fenómenos naturales.
En el ámbito de la filosofía, el movimiento es, juntamente con el espacio, el tiempo y la energía, uno de los grandes elementos de la vida.
Para las ciencias sociales, es el desarrollo y difusión de una tendencia de pensamiento cultural, científico, político, económico, laboral, artístico o religioso.
Pero en el campo propiamente político la palabra movimiento designa una agrupación transitoria de personas para la consecución de objetivos electorales o para la defensa ocasional de un principio, de una tesis o de un orden determinado de intereses. Este grupo, formado en torno a un objetivo eventual, es de naturaleza transitoria y desaparece después de conseguidas sus metas.
Se llama movimiento también a un partido político durante el proceso de su formación, esto es, antes de que reúna todos sus elementos constitutivos: organización permanente a escala nacional, ideología política, plan de gobierno y, dependiendo de la legislación de cada país, reconocimiento formal de la autoridad competente para otorgarlo.
Un movimiento político es, desde este punto de vista, un grupo que no llega a ser >partido porque le falta alguno de sus requisitos fundamentales, sea su organización estable, sea el conjunto de los postulados filosófico-políticos llamados a orientar su operación, sea un plan de acción gubernativa que es el desenvolvimiento cuantificado y preciso de sus postulados doctrinales, sea el reconocimiento estatal en los países que tienen un régimen legal de partidos políticos.
Los movimientos carecen de la institucionalización de los partidos políticos, su estructura es mucho menos consistente y no asumen la universalidad de los problemas del Estado sino cuestiones parciales.
El general Francisco Franco en España, el general Charles De Gaulle en Francia, el general Juan Domingo Perón en Argentina y otros líderes en distintos lugares del mundo, por odio o menosprecio a los partidos como elementos del sistema democrático, denominaron “movimientos” a las organizaciones políticas que fundaron para sustentar su acción pública y su gestión gubernativa, aunque en realidad fueron partidos políticos. El uno se llamó “movimiento nacional”, el otro “movimiento degaullista” y el tercero “movimiento justicialista” o “movimiento peronista”, pero en realidad todos ellos fueron partidos políticos de corte caudillista. En el caso de España, Movimiento Nacional fue el nombre oficial que se dio a la coalición de las fuerzas fascistas, conservadoras, clericales, tradicionalistas y monárquicas que insurgieron contra la segunda república durante la guerra civil (1936-1939) y que después, en la teocracia franquista, fue el eje principal del gobierno.
Todos estos caudillos acudieron a la palabra “movimiento” para resolver la contradicción en que incurrieron al haber predicado contra los partidos y sin embargo necesitar de uno para desarrollar su acción política y su gestión gubernativa.
Pero aun en los sectores políticos democráticos de América Latina se ha notado una tendencia en los últimos años a desprenderse de los partidos y organizarse en movimientos, especialmente para enfrentar los retos electorales. Ha sido evidente la atenuación del énfasis sobre los partidos y el interés en constituir amplios frentes para dilatar más el espectro de sus posibilidades electorales. Como ejemplos se pueden citar el Frente Democrático Nacional de Cuauhtémoc Cárdenas en México en 1988 o las unidades chilenas que llevaron al poder a Patricio Aylwin en 1988 y a Eduardo Frei cuatro años más tarde o la coalición de Luis Inácio Lula en Brasil en las elecciones de 1989. Todos ellos fueron amplios movimientos que enmarcaron a partidos, sindicatos, organizaciones campesinas, grupos estudiantiles, asociaciones de intelectuales y artistas, comunidades eclesiales y otras fuerzas en pos de un objetivo electoral. Y aunque con frecuencia la amplitud de tales coaliciones conspiró contra su unidad y coherencia, se ha registrado una fuerte tendencia “movimientista” en América Latina durante los últimos años probablemente debido a que este tipo de movimientos ofrece una mayor flexibilidad en comparación con la rigidez que en los partidos imponen sus principios doctrinales y sus normas reglamentarias.
A lo largo de la historia se han formado muchos movimientos políticos y sociales en diversos lugares del mundo: movimiento anarcosindicalista, movimiento beat, Movimiento a favor de la independencia india, movimiento Al Fatah, Movimiento al Socialismo, Movimiento Bolivariano por una nueva Colombia, Movimiento Cristiano de Liberación, Movimiento de Acción Nacionalista Organizado (MANO), Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Movimiento de Liberación de Sudán, Movimiento de Liberación Nacional del Uruguay, Movimiento de los Países no Alineados, Movimiento de los Sin Tierra (MST), Movimiento de los Socialdemócratas, Movimiento de no cooperación, Movimiento de Resistencia Islámica, Movimiento Electoral del Pueblo, Movimiento Federalista Mundial, movimiento hippie, Movimiento Homosexual de Lima (MHOL), Movimiento Internacional de los Halcones, Movimiento Justicialista, Movimiento Libertario, Movimiento Militante de Mauricio, Movimiento Nacional, Movimiento Nacional de Liberación-Tupamaros (MNL-T), Movimiento Nacionalista Revolucionario, Movimiento Panhelénico Socialista, Movimiento para unas Nuevas Antillas, Movimiento Popular de Libertaçao de Angola, Movimiento Popular Revolucionario, movimiento provo, movimiento punk, Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), movimiento scout, Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), Movimiento Zionista Laborista Mundial, Movimiento 19 de Abril (M-19), Movimiento 26 de Julio y muchos otros.