Viene del latín mutin, que significa “revoltoso”. Es un levantamiento de tropas, obreros u otras personas contra sus jefes naturales. Se llama también asonada o tumulto. El motín es un levantamiento focalizado, generalmente de poca gravedad, aunque puede ser —y de hecho lo ha sido en la historia— un factor detonante de episodios revolucionarios más graves y de mayor escala si se dan en su entorno las condiciones subjetivas y objetivas necesarias.
Muchos grandes acontecimientos de la historia empezaron por un motín. Recordemos, por ejemplo, que bastó una chispa en la revolución mexicana para encenderlo todo: el asesinato en Puebla del modesto líder artesanal y dirigente maderista Aquiles Serdán, el 18 de noviembre de 1910. El motín a que dio lugar este episodio dio comienzo a la Revolución Mexicana. Cuando las condiciones están dadas, un motín o cualquier otro acto insurgente puede ser el detonante de grandes movimientos insurreccionales. La historia registra muchos ejemplos de ello.