Generalmente donde hay mucha tierra en pocas manos hay también muchas manos en poca tierra. Este es casi un axioma. El latifundio y el minifundio son dos elementos del mismo fenómeno. El minifundio es la finca agrícola extremadamente pequeña y de escaso rendimiento, que resulta de las sucesivas parcelaciones de la tierra. Por su tamaño, por los anacrónicos métodos de cultivo que utiliza y por las dificultades que encuentra la comercialización de volúmenes tan exiguos de producción, el minifundio es ineficiente desde el punto de vista económico. Sobre él se desarrolla una agricultura de subsistencia. A su amparo se implantan formas precarias de tenencia y cultivo de la tierra, como la aparcería, el arrendamiento, el arrimado, el <“huasipungo”, el yaconaje, el colonato, el terraje.
Pero el concepto de minifundio es complejo porque no sólo se refiere a la extensión de la propiedad sino también a su ineficiencia económica. Los aperos utilizados y los sistemas de cultivo forman parte de él. Una propiedad del mismo tamaño pero de tierra fértil y cultivada con tecnología moderna no sería un minifundio.
Generalmente comprende las tierras más pobres y erosionadas. Es la vieja herencia de la injusticia social en el campo que impusieron desde antaño los señores de la tierra. Las pequeñas fincas familiares de los campesinos, posadas sobre las partes menos fértiles, han sido divididas y subdivididas por la vía de la herencia o de la venta y de ellas han resultado explotaciones agrícolas de bajísima rentabilidad, que no alcanzan a satisfacer las necesidades elementales de una familia campesina. Esta es una de las causas del éxodo de los hombres del campo hacia las ciudades. El escritor y político peruano Ciro Alegría (1909-1967), en su novela “El mundo es ancho y ajeno” (1941), al denunciar la marginación y las injusticias que padecen los indios, narra que “el anciano Chauqui contó un día algo que también le contaron. Antes todo era comunidad. No había haciendas por un lado y comunidades acorraladas por otro. Pero llegaron unos foráneos que anularon el régimen de comunidad y comenzaron a partir la tierra en pedazos y a apropiarse de esos pedazos. Los indios tenían que trabajar para los nuevos dueños”.
Así nacieron el <latifundio y el minifundio, en los tempranos días de la colonia, sobre las tierras hispanoamericanas.