Palabra que viene del quichua minc’ay, que significa algo así como “alquiler de jornaleros”. La minga es una milenaria institución de los grupos indígenas de los Andes en América del Sur que consiste en la recíproca prestación de servicios gratuitos entre los miembros de la comunidad para construir en común obras de beneficio particular de uno de ellos o de propiedad comunitaria, de las que hoy llamaríamos de “infraestructura económica”. Por ese medio se construyeron en la época prehispánica acueductos, caminos, edificios y se efectuaron tareas de cultivo de la tierra. Hay pensadores que creen que la minga fue implantada por los incas en sus largos dominios —el tahuantinsuyo, que al momento de la llegada de los españoles iba desde la parte montañosa argentina hasta el sur de Colombia— pero otros sostienen que fue incluso anterior y que este sistema de ayuda mutua se utilizó ya en las comunidades preincaicas de nuestra América. En todo caso, la institución responde al principio de la reciprocidad —de la reciprocidad simétrica— que fue uno de los principios fundamentales de la organización socio-económica de las primitivas sociedades andinas.
La minga se basa en la cooperación comunitaria. Todos aportan su trabajo para los propósitos comunes. Por medio de ella se levantaron en el pasado los templos de los dioses y los palacios y tumbas de los gobernantes, pero también se emprendió en la siembra, la deshierba y la cosecha de los frutos de la tierra. Todavía se conserva esta costumbre en algunas de las zonas rurales y campesinas de los Andes. Con frecuencia se reúnen los miembros de la comunidad para entregar su mano de obra gratuita en trabajos colectivos de interés comunitario. Así se construyen acueductos y caminos. Así se hace frente también a las inclemencias de la naturaleza que afectan a los miembros de la comunidad. En compensación por su trabajo los dirigentes entregan a los mingueros comida y bebida en abundancia. Hay mingas también para obras de interés particular, como la construcción de una casa o la ayuda en la cosecha. La familia beneficiada atiende a los mingueros con alimentación y tragos, y con la fiesta al terminar la obra. Queda establecida así la reciprocidad, que se manifestará en la próxima ocasión en beneficio de los otros miembros de la comunidad.
Desde mi punto de vista, la minga es una hermosa expresión de generosidad y solidaridad humanas. Contradice la tendencia general a buscar el objetivo personal y egoísta aunque sea a empellones. Durante mi gobierno en Ecuador acudí con frecuencia a este sistema de trabajo colectivo para atender obras comunitarias en los lugares campesinos de la altiplanicie ecuatoriana. El Estado puso los materiales, las herramientas y los medios y los mingueros su trabajo. Así construimos juntos, con sorprendente eficiencia, importantes obras de infraestructura económica, como redes de agua potable y electricidad, acueductos, canales de riego y caminos vecinales.