La palabra se ha formado de las voces griegas méter, “madre”, y polis, “ciudad”. Significa “ciudad grande”, “ciudad principal”, “cabeza de provincia o de Estado”. La ciudad metropolitana es generalmente un polo de desarrollo y dominación política y económica.
Por extensión, llámase metrópoli a un país que impone a otro un proceso de colonización. La dinámica expansionista del colonialismo tiene siempre dos elementos en conflicto: la metrópoli y la <colonia. El Estado metropolitano es el que ejerce la dominación y se beneficia de la expansión territorial y la colonia es la que sufre las consecuencias del sojuzgamiento político y de la explotación económica.
En el curso de un proceso de colonización la metrópoli trasplanta sus leyes, instituciones políticas, religión, lengua y costumbres a la colonia para asegurar sus objetivos políticos y económicos. Los “nativos” —como suelen llamar los colonizadores a los habitantes del territorio sometido— sufren un proceso de <aculturación a menos que sus saberes autóctonos sean lo suficientemente fuertes para resistir esta agresión o para producir un <mestizaje cultural.