Las cosas, cuando se destinan al cambio comercial y no al uso inmediato, se llaman mercancías. El destino próximo de ellas es el mercado, en donde se negocian a cambio de dinero o de bienes que lo representan, como paso previo para servir después al consumo o a la producción. El mercado es el sino natural de las mercancía. Están hechas para ir allá. Las cosas que están fuera del mercado o que no son susceptibles de venta no son mercancías. También el trabajo o la prestación de servicios puede ser mercancía si se intercambia con dinero o con otros bienes.
Con el avance de las fuerzas productivas, los bienes no se producen para el consumo inmediato sino para el intercambio mercantil. Este es el destino natural de ellos. Están hechos para ir allá
Las mercancías constituyen las células fundamentales del sistema económico capitalista. Lo fundamental en él no es comprar para consumir sino comprar para vender. En este sentido, la inmensa mayoría de los bienes que se producen son mercancías.
Ellas tienen un >precio. El precio es o debe ser la expresión monetaria del valor. Sin embargo, precio y valor no siempre marchan juntos en el sistema capitalista debido a las distorsiones causadas por la oferta y la demanda. A menudo se produce una divergencia entre el >valor de un bien —que está dado por los <costes de producción determinados por la cantidad de trabajo necesario para producirlo— y su precio que fluctúa de acuerdo con los desórdenes del mercado.
La con frecuencia anárquica producción capitalista unas veces ofrece más bienes y servicios de los que la sociedad necesita y, entonces, los precios bajan; y otras veces pone en el mercado menos cosas que las requeridas y los precios suben. Esto es parte de la especulación y el desorden que frecuentemente se producen en la economía capitalista.
El concepto de mercancía es un elemento clave para entender los planteamientos económicos del <marxismo. En su libro fundamental "El Capital" (1867), Carlos Marx (1818-1883) escribió que la riqueza de las sociedades capitalistas no era otra cosa que la “ininterrumpida acumulación de mercancías” y que, por eso, su investigación empezaba por el análisis de este concepto. La manera como los hombres en cada lugar producen, se apropian e intercambian las mercancías le sirvió para señalar las diversas etapas de la historia humana: sociedad primitiva, feudalismo, capitalismo y socialismo. Esas etapas reflejan la evolución y el avance de las fuerzas productivas y las diferentes relaciones de trabajo en cada momento.
En la etapa capitalista, el proceso de la producción de mercancías enfrenta a los propietarios de los <instrumentos de producción con los trabajadores que les venden su fuerza de trabajo. Es el enfrentamiento entre dos <clases sociales contendientes —burgueses y proletarios— que libran una lucha permanente —la lucha de clases— sorda unas veces, violenta otras, evidente siempre.
En la sociedad socialista, sostiene Marx, desaparece el concepto de mercancía porque los bienes se fabrican para satisfacer necesidades humanas y no para servir los intereses de lucro de los capitalistas.