El filósofo de la antigua Alejandría, Philo Judaeus, suponía la existencia de una “ciudad de ideas” que predeterminaba y guiaba el mundo material, a la que denominó “megalópolis”. Jean Gottman, en los años 60 del siglo pasado, retomó el nombre para designar a las aglomeraciones urbanas ubicadas desde Boston hasta Washington a lo largo de la costa norteamericana. Después la palabra se generalizó para designar a la forma de organización urbana de dimensiones enormes que apareció en la segunda mitad del siglo XX como resultado de la fusión de grandes ciudades vecinas que, al extenderse, borraron sus linderos.
El gigantismo de las ciudades es la consecuencia de un proceso que se inició con la revolución industrial del siglo XIX y se desarrolló con el auge de la inmigración. Lleva aparejados el desarrollo comercial e industrial, la mecanización, la motorización, la automoción, la concentración humana y todos los fenómenos propios de la >sociedad de masas.
En 1950 las ciudades más grandes del planeta pertenecían a los países industrializados —Nueva York, Los Angeles, Londres— pero a partir del impresionante crecimiento demográfico del tercer mundo, en el año 2009 15 de las 20 ciudades más grandes estaban situadas allí. México tenía 23,2 millones de habitantes, Seúl 22,4 milones, Bombay 21,3, Sao Paulo 20,5, Manila 19,8, Yaharta 18,9, Delhi 18,6, Shanghai 17,7, Calcuta 15,4, Buenos Aires 14,3, Lagos 13,1, Teherán 12,9, Karachi 12,8 y Pekín 12,3. Algunas de estas ciudades superan a las principales megalópolis del mundo industrializado: Nueva York 23,1 millones, Los Angeles 17,8 millones, Moscú 14,8 millones, Tokio 14,6 millones y Londres 13,2 millones.