Los retóricos antiguos designaron con esta locución a los repertorios donde los escritores o los oradores encontraban las expresiones que les ayudaban a desenvolver un tema. Esos repertorios alcanzaron gran importancia en la Antigüedad porque en ellos estaban ordenados ciertos conceptos de uso común para consulta de quienes querían desarrollar un asunto.
Aristóteles trató sobre ellos en su obra “Tópicos” (palabra que proviene del griego “lugar”) y Cicerón escribió un tratado sobre la misma materia, denominado “Topica”.
Con estos antecedentes, se dice en la vida política que un tema es un “lugar común” o un “tópico” cuando es trivial o se usa con demasiada frecuencia. Los conceptos repetidos y generalmente superficiales que suelen emplear algunos oradores políticos constituyen “lugares comunes”. Esos conceptos se plasman en ”frases hechas” que ellos usan y de las que abusan. Por eso se dice que una idea se ha convertido en “tópico” cuando, a fuerza de repetirla, ha perdido toda originalidad y se ha vulgarizado.