Expresión inglesa que significa “puerta cerrada” y con la que se designa, en el ámbito empresarial, la clausura por los patronos de una fábrica o de cualquier otra unidad de producción de propiedad privada para obligar a los obreros y empleados a que acepten las condiciones impuestas por ellos.
El lock out —que en algunas legislaciones se llama paro— es un medio de presión patronal. Representa, en cierto modo, la contrapartida de la <huelga de los trabajadores, puesto que aquél es una medida de apremio al servicio de los intereses empresariales mientras que ésta lo es de los laborales.
El lock out o cierre patronal se produce por iniciativa de los empleadores, sea como intimidación o represalia ante una huelga o movimiento reivindicativo de los obreros, sea para producir despidos de personal, sea para imponerles determinadas condiciones de trabajo.
Los trabajadores, ante el peligro de que se cierre la fábrica o la empresa, que es la fuente de sus ingresos, se ven forzados a aceptar las condiciones patronales. Tal es la finalidad del lock out, que está reglamentado de diferente manera por las legislaciones de cada Estado.
Este puede obedecer de dos clases de motivaciones: a una iniciativa intimidatoria de los empleadores para forzar a que los trabajadores acepten determinadas decisiones o a una represalia de ellos ante la amenaza de una huelga por los trabajadores.
Al igual que las huelgas, puede ser un lock out aislado de una empresa, un lock out colectivo de varias de ellas o un lock out solidario de una en respaldo de otra.