Significa, en el ámbito general de las finanzas, la disponibilidad inmediata de dinero efectivo o de bienes y activos que pueden ser fácilmente transformados en dinero, con que cuenta el gobierno o una empresa pública o privada.
Se dice que un elemento patrimonial es tanto más líquido cuanto mayor es su facilidad para convertirlo en dinero. Por supuesto que el elemento de riqueza que presenta el mayor grado de liquidez es el propio dinero.
La liquidez, consecuentemente, se resuelve en último término en la capacidad que tiene el Estado, las empresas o las personas para hacer pagos en dinero contante.
Inversamente, la iliquidez es la situación que se produce cuando su patrimonio, consistente en activos no realizables, les proporciona poca o ninguna capacidad de disposición inmediata de dinero para sus pagos.
En términos macroeconómicos, la liquidez es la aptitud del Estado para financiar sus gastos con recursos monetarios propios y disponibles. La cuestión consiste en adecuar la suma de medios de pago existentes a las necesidades de la economía. Al hacerlo, debe procurar que no se produzca un exceso de medios de pago sobre las necesidades ni tampoco una insuficiencia de ellos, porque eso generaría presiones inflacionarias, en el primer caso, o recesivas en el segundo. Para eso la autoridad cuenta con el manejo del tipo de interés, los tipos de descuento y redescuento, los coeficientes bancarios (encaje bancario) y el control general de los créditos, como instrumentos de política monetaria y crediticia para regular la liquidez de la economía.
En el campo monetario, la teoría de la liquidez se debe al economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946), quien estableció una relación funcional entre la demanda de dinero que se suscita en una economía y el >tipo de interés vigente en ella. Esa relación es inversamente proporcional, de modo que a menor tasa de interés corresponde mayor demanda de dinero, y viceversa. Pero también intervienen otras variables, como las expectativas con respecto a los precios, de manera que los agentes económicos, en el proceso de selección de sus activos, tienden a demandar bienes de menor liquidez y cuyo rendimiento real se mueva en el mismo sentido de los precios cuanto mayor sea la incertidumbre respecto del comportamiento futuro de ellos.
Esto significa que las personas, en épocas de inestabilidad monetaria, rehúyen hacerse de activos cuyo rendimiento disminuya con la elevación del nivel general de precios —como dinero efectivo, depósitos monetarios a la vista, cuentas de ahorro, etc.— y demandan activos que, aunque menos líquidos, les aseguran una mejor rentabilidad.
En el ámbito internacional, la liquidez es la disponibilidad de medios de pago que tienen los Estados para finiquitar el saldo de sus operaciones comerciales y financieras con el exterior. Los medios de pago estatales están compuestos primordialmente por las reservas de los bancos centrales en oro y en divisas de aceptación internacional, los créditos concedidos por los organismos multilaterales y las llamadas “facilidades transitorias” que los bancos centrales pueden otorgarse recíprocamente. Todo esto constituye la liquidez de un Estado para hacer frente de modo inmediato a sus obligaciones internacionales.