Se denomina así, en el ámbito de la teoría monetaria, al principio formulado por el consejero financiero de la reina Isabel I de Inglaterra, Thomas Gresham (1517-1579), según el cual, al cambiar la cotización relativa entre las monedas de valor intrínseco circulantes en un país, la moneda “buena” tendía a ser desplazada por la “mala”.
Este fenómeno solía causar graves distorsiones en la economía y fue el factor que produjo el ocaso de bimetalismo y la consolidación del monometalismo, generalmente del oro, como respaldo y unidad de valor de los signos monetarios de valor intrínseco de épocas pasadas, hasta la aparición de la moneda metálica representativa y de la moneda de papel.