El economista inglés David Ricardo (1772-1823), uno de los más importantes exponentes de la escuela clásica, sostuvo que el mecanismo del mercado conducía, a la larga, a que el trabajador ganara lo que él llamaba el “salario natural”, esto es, el mínimo para que pudiera subsistir. Según su opinión, ese era el punto de equilibrio que encontraban las fuerzas del mercado automáticamente, puesto que si el trabajador ganaba menos que eso moría o se enfermaba, es decir, se inhabilitaba para el trabajo; y si ganaba más, el incremento de la oferta de brazos pronto echaba abajo los salarios, con lo cual se restablecía el equilibrio representado por el “salario natural”.
Ferdinand Lassalle (1825-1864), líder obrero alemán y teórico económico, denominó “ley de bronce del salario” a la teoría de David Ricardo porque, según ella, la remuneración de los trabajadores se regía por el coste de producción de la fuerza de trabajo, es decir, por el valor que demandaba la subsistencia de los trabajadores, de modo que éstos difícilmente podían mejorar sus ingresos.
Según el criterio de David Ricardo, la inflexibilidad del salario era tal, que el trabajador estaba sometido a un verdadero cerco de bronce del que no podía salir. Lo cual motivó la gráfica calificación de Lassalle.