Es la revisión del marxismo hecha por Vladimir Ilich Oulianov, conocido como Lenin (1870-1924), para adaptarlo a las condiciones de sociedades subdesarrolladas en las que no existía una estructura industrial ni capitalista avanzada y a las economías predominantemente agrarias y de incipiente industrialización, que carecían por lo mismo de una fuerte clase proletaria. No hay que olvidar que el >marxismo fue originariamente elaborado para las sociedades avanzadas —para la última etapa del proceso de desarrollo histórico: el capitalismo— y que Lenin lo adecuó a condiciones y circunstancias no previstas por Marx. Por eso, la doctrina revisada —y Lenin fue uno de los grandes revisionistas del marxismo— tomó el nombre de >marxismo-leninismo.
Lenin presidió el primer gobierno tras la >revolución bolchevique de 1917. Nació en Simbirsk (ciudad que desde 1924 hasta 1991 se denominó Uliánovsk, en su honor). La tranquilidad de su juventud se vio alterada en 1887 cuando la policía arrestó y ejecutó a su hermano mayor Alexandr por haber participado en una conspiración para asesinar al zar Alejandro III.
Lenin ingresó en la Universidad de Kazán ese mismo año pero fue expulsado al poco tiempo por participar en actividades sediciosas y se trasladó a la hacienda de su abuelo, situada en la localidad de Kokushkino, donde leyó “El Capital” de Carlos Marx, las obras de N. G. Cernysevskij y otros libros del pensamiento revolucionario clásico europeo, que inclinaron su mente y su acción.
Ingresó entonces a la Universidad de San Petersburgo y terminó sus estudios de derecho en 1891. Comenzó a ejercer su profesión de abogado en la ciudad de Samara. En 1895 participó en la fundación de la Unión para la Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera de San Petersburgo. Fue apresado juntamente con sus compañeros, entre los que estaba Nadiezhda Konstantinovna Krúpskaia, que más tarde se convirtió en su esposa.
Deportado a Siberia en el año 1900, huyó a Suiza, en donde fundó el periódico "Iskra" (“La chispa”) —en colaboración con Gueorgui Valentinovich Plejanov, L. Martov, Vera Y. Zasulich, A. N. Potresov y otros marxistas—, que fue un instrumento eficaz de cohesión de los cuadros revolucionarios y contribuyó a la incorporación de nuevos miembros al movimiento. De 1896 a 1899 escribió su primer libro de importancia: "La evolución del capitalismo en Rusia". En 1902 escribió su obra política titulada “¿Qué hacer?”, en la que diseñó su proyecto revolucionario fundado en un partido sólidamente estructurado, disciplinado y sometido al liderazgo de unos cuantos revolucionarios bien preparados para desempeñar el papel de "vanguardia del proletariado", que fueran capaces de conducir a las masas de obreros y campesinos a una acción revolucionaria victoriosa.
Pero esta tesis produjo la escisión en las filas del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso en 1903 entre sus seguidores, los miembros de la mayoría —o sea los <bolcheviques—, y los integrantes de la minoría —los mencheviques—, que propugnaban la formación de un partido de masas de corte democrático y abierto.
Esta disputa se mantuvo viva y ardiente hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914.
Lenin, que permaneció en el exilio la mayor parte del período anterior a 1917, regresó a su país durante la revolución de 1905 pero se vio obligado a abandonarlo nuevamente ante el fracaso de la insurrección. En el exilio escribió su principal tratado filosófico: “Materialismo y Empirocriticismo” (1909).
Cuando estalló la conflagración mundial Lenin alentó a los trabajadores de todos los países para "transformar la guerra imperialista en una guerra civil", tesis que profundizó y sistematizó en su obra “El imperialismo, fase superior del Capitalismo” (1916), en la que sostuvo que el “capital financiero monopolista”, controlado por una oligarquía de magnates bancarios, marcaba una tendencia a planificar la producción y distribución de los bienes económicos a escala mundial, con abolición de la competencia libre en el mercado.
Cuando en Petrogrado se produjo la insurrección armada que derrocó al zar y lo reemplazó por un gobierno provisional presidido por el socialista moderado Aleksandr Fëdorovich Kerenski (1881-1970), Lenin llegó espectacularmente desde Zurich el 3 de abril de 1917 a abordo de un “vagón sellado” de ferrocarril para incorporarse y liderar el proceso revolucionario en marcha, que culminó con la toma del poder por los bolcheviques como resultado de la insurrección armada de los soldados y de los marinos de las escuadras del Báltico y del Mar Negro en unión con los obreros y los campesinos, la ejecución del zar Nicolás II y de su familia por un pelotón bolchevique en 1918 y la expedición de la nueva Constitución de la Unión Soviética, en la que se institucionalizaron las conquistas revolucionarias y dieron forma al nuevo Estado.
Lenin fue el líder indiscutible de los bolcheviques y, sin duda, la figura central y más importante del marxismo en el siglo XX.
Stalin dijo en 1924 que el leninismo es el marxismo en la etapa del imperialismo y la revolución proletaria. Esta definición no fue exacta. Cierto que Lenin, sobre la base de investigaciones anteriores de autores marxistas y no marxistas, profundizó la teoría del imperialismo, al que consideró como la inevitable expansión violenta del capitalismo fuera de las fronteras nacionales. Pero su punto de vista fue eminentemente táctico y su mirada estuvo puesta en el eventual descontento de los pueblos coloniales por la acción depredadora del imperialismo. Sin embargo, más que marxismo de la etapa imperialista, como dijo Stalin, el leninismo es la adaptación de la doctrina de Marx y Engels a condiciones no previstas por sus autores, esto es, a la estructura de un país agrícola y subdesarrollado, como era la Rusia de su tiempo, que apenas había salido del feudalismo y en el que no se daban los presupuestos de avance industrial ni, por tanto, la polarización de fuerzas burguesas y proletarias que había previsto el >marxismo original como factor desencadenante de la revolución.
Recordemos que Carlos Marx (1818-1883) sostenía que, en virtud de su ley de la acumulación capitalista, el desarrollo industrial generaría la militante confrontación entre los dueños de los instrumentos de producción, cada vez más ricos, y la creciente muchedumbre de proletarios encadenados a las fábricas, sometidos a interminables jornadas de trabajo y a condiciones infrahumanas de vida, hasta que fatalmente se produciría la insurgencia revolucionaria de los obreros hambrientos, quienes asumirían el control del Estado para instrumentar la transformación social e imponer sus nuevos conceptos jurídicos, políticos, económicos y morales. Pero esto no ocurrió. Fue una de las fallidas predicciones marxistas. Sin embargo, fue importante el esfuerzo de Lenin para adecuar la doctrina a las realidades de un país subdesarrollado.
Otro de los aportes de Lenin al análisis de la sociedad —que forman parte de lo que se conoce como leninismo— fue el papel de vanguardia revolucionaria que debían desempeñar los partidos comunistas en el proceso de la transformación social. Lenin formuló, sin duda, una teoría elitista del partido, no sólo porque lo entendió como una formación política de reducido número de personas con relación a la población —lo cual no le impidió, sin embargo, adjudicarle la representación del todo social— sino además porque asignó al partido la tarea privilegiada y casi misional de conducir a la clase obrera.
Las ideas acerca de lo que el partido debía ser fueron una de las causas de discrepancia entre las facciones bolchevique y menchevique en el seno del Partido Socialdemócrata Ruso a principios de siglo. Los bolcheviques pensaban en un partido de elite, altamente disciplinado, de estructura centralizada y vertical; mientras que los mencheviques se inclinaban hacia el partido como organización de masas, de estructura descentralizada, con mandos democráticos y apertura al control y fiscalización de base.
Finalmente el partido se dividió, agobiado por las interminables rencillas que se dieron principalmente desde 1903 hasta 1914, y con posterioridad la facción bolchevique, bajo el liderazgo de Lenin, tomó el poder en Rusia por la vía revolucionaria en 1917.
El jurista e historiador francés Jean-Jacques Chevallier (1900-1983) dijo de Lenin que “jamás hubo hombre de acción con una intransigencia doctrinal más total; jamás hombre alguno estuvo más seguro de tener razón y de ser el único en tener razón”. Con esa autosuficiencia, Lenin reorganizó el país e interpretó los principios marxistas para adecuarlos a la nueva realidad espacio-temporal. Manifestó que el proletariado no tiene necesidad del Estado más que durante un cierto tiempo y que no estaba en modo alguno en desacuerdo con los anarquistas en cuanto a la eliminación del Estado como fin. Pero para alcanzar este propósito era necesario utilizar provisionalmente los instrumentos del poder contra los explotadores en el marco de una dictadura provisional de la clase oprimida. En estos términos explicó la <dictadura del proletariado. El gobierno así ejercido por la clase trabajadora, a la vanguardia de la cual estaba el Partido Comunista, permitiría al proletariado trasladar todos los medios de producción a la propiedad del Estado y organizar a las masas con vista al nuevo régimen económico.
Lenin mantuvo la tesis de que era necesario educar de manera sistemática a las masas en la idea de la revolución violenta, puesto que “ella está en la base de toda la doctrina de Marx y de Engels. La traición de su doctrina por las tendencias socialchauvinista y kaustkysta, hoy dominantes, se marca con un relieve singular en el olvido de esta propaganda”.
La primera vez que apareció la palabra leninismo fue en 1904 en medio de las disputas ideológicas en que estaban enredados los exégetas marxistas. Eran los tiempos en que Julij Osipovic Cederbaum (1873-1923), mejor conocido como Martov, que era el principal contradictor de Lenin en el tema de la organización del partido —Lenin lo concebía como un partido de cuadros dirigido por revolucionarios profesionales, reciamente organizado, capaz de tomar el poder por una acción de fuerza—, proclamaba la “revuelta contra el leninismo”, es decir, la resistencia al grupo liderado por Lenin en el seno del partido obrero socialdemócrata ruso.
Por entonces la palabra leninismo tuvo connotaciones peyorativas —puesto que designaba a una facción dentro del movimiento socialdemócrata ruso— y no significaba lo que hoy: el conjunto de ideas, tesis y opiniones de Lenin en torno a la doctrina de Marx y Engels. Su pensamiento, sin embargo, sufrió una grave distorsión después de su muerte porque fue Stalin —quien tomó a su cargo la compilación de las citas de Lenin en 1924— las impuso dogmática y dictatorialmente en nueve capítulos ordenados por temas a la dirigencia comunista de los países de la órbita soviética.
Obviamente que, al reunir y engarzar las citas de Lenin, las puso Stalin en el orden aconsejado por sus conveniencias políticas, en concordancia con las circunstancias del país en aquella época.
León Trotsky, en 1930, fue un duro crítico del trabajo sesgado de Stalin. “Las Cuestiones de Leninismo estalinianas —escribió— constituyen una codificación de la nulidad, un manual oficial de la estrechez mental, una colección de trivialidades numeradas (y me esfuerzo por hallar los calificativos más moderados)”.
En realidad, Stalin no fue más que un político pragmático, sin principios ni cultura, que manipuló a su antojo el pensamiento de Lenin para someterlo a sus intereses políticos. Un grupo de pensadores y filósofos —entre ellos, A. M. Deborin y M. B. Mitin— le ayudó en la tarea de subordinar las teorías y los principios a los requerimientos de su táctica. Y hacia el año 1930 Stalin había logrado completamente acomodar a sus intereses la ideología y la historia de la Unión Soviética.
Las propias ideas de Lenin fueron muy controvertidas en esa época. Mientras Stalin definió al leninismo como “el marxismo de la época del imperialismo y de la revolución proletaria. Más exactamente: el leninismo es la teoría y la táctica de la revolución proletaria en general, la teoría y la táctica de la dictadura del proletariado en particular”, el comunista holandés A. Pannekoek, en su libro "Lenin como Filósofo" (1938), sostuvo que el líder de la Revolución de Octubre fue en realidad un “intelectual burgués” que jamás llegó a comprender el materialismo histórico de Marx y que "no conoció nunca el auténtico marxismo".
En 1924, a raíz de la muerte de Lenin, el exégeta marxista D. B. Rjaznov expresó la opinión de que el marxismo era una teoría mientras que el leninismo era simplemente una praxis, razón por la cual fue expulsado del partido. Cosa parecida manifestó N. A. Karev. Y los viejos bolcheviques Eugen A. Preobrazhenski y Nicolaj Ivanovic Bucharin sostuvieron que el marxismo es el núcleo inmutable de la ideología en tanto que el leninismo es su “metodología adaptable”. Por su parte, Grigory E. Zinoviev redujo los alcances teóricos del leninismo, al que lo definió como la teoría de la revolución proletaria en un país predominantemente campesino.
En esta misma línea pensadores posteriores, como el filósofo y sociólogo judío de nacionalidad alemana Herbert Marcuse (1898-1979), dijeron que el leninismo fue el intento por integrar al campesinado en el ámbito de la teoría y la estrategia de Marx.