Es, por antonomasia, la versión socialista inglesa, compatible con la democracia, el parlamentarismo, el pluralismo político, la libertad, el multipartidismo y el movimiento obrero.
La palabra viene del inglés labourism y ésta de labour, que significa trabajo.
Sus antecedentes remotos, como los de los demás socialismos, están en los planteamientos del >socialismo utópico francés de principios del siglo XIX, en la economía política inglesa de Adam Smith (1725-1790) y David Ricardo (1772-1823), en la filosofía de Baruch Spinoza (1632-1677), Paul Henri Holbach (1725-1789) y Ludwig Feuerbach (1804-1872) y en el pensamiento marxista que se desarrolló a partir de 1848.
Pero sus antecedentes cercanos, específicamente ingleses, deben encontrarse en las ideas de los escritores Godwin Thompson, Thomas Hodgskin, Hall, Ogilvie y otros, pero particularmente en el libro "Progreso y Miseria" publicado en 1879 por el economista estadounidense Henry George, que causó una extraordinaria conmoción en la comunidad inglesa.
Por esos años se formaron en Inglaterra tres sociedades de reflexión y acción políticas —la Federación Social Democrática, la Liga Socialista y la Sociedad Fabiana—, todas ellas de inspiración marxista. La primera incluso estuvo dirigida por el político y escritor británico Henry Hyndmann (1842-1921), uno de los apasionados discípulos de Marx, y tomó el nombre de “partido” desde 1906. De su seno se desprendió la Liga Socialista, conducida por el arquitecto inglés William Morris (1834-1896). La razón de la disidencia fue que la federación era marxista mientras que la liga tenía tendencias anarquistas. A la sazón las disputas ideológicas entre el <anarquismo y el >marxismo fueron terriblemente duras.
La Fabian Society, en cambio, se formó un poco más tarde, con base en el grupo denominado New Fellowship dirigido por el profesor inglésThomas Davidson (1840-1900), para realizar una tarea de difusión socialista puramente educativa. De ella formaron parte Bernard Shaw, Sidney Webb, H. G. Wells y muchos otros brillantes intelectuales de su época. Este fue el llamado <fabianismo, un socialismo moderado y de características eminentemente teóricas.
En 1892 ocurrió algo muy importante en el desarrollo del laborismo inglés. El congreso de las trade unions celebrado en Glasgow invitó a las tres organizaciones políticas a unirse y a formar, como en efecto formaron en 1893, el Partido Laborista Independiente, bajo el liderazgo del socialista escocés Keir Hardie.
La nueva entidad partidista, fortalecida con la presencia de los sindicatos obreros —a los que en 1909 se les unió la poderosa federación minera— adoptó en 1906 el nombre de Labour Party, con el cual intervino en las elecciones de ese año.
A lo largo del tiempo la fuerza impulsora del laborismo, al igual que la de los partidos socialdemócratas europeos, fue sin duda el movimiento obrero. Los miembros de los sindicatos ingleses pasaron de menos de un millón en 1886 a dos millones al finalizar el siglo y a cuatro millones en 1914. Fue un crecimiento vertiginoso. Y como, a partir de 1927, los miembros de los sindicatos se convertían automáticamente en miembros del Partido Laborista, a menos que hicieran uso de la cláusula de contracting out y se opusieran expresamente a pertenecer a él, se produjo un inmenso crecimiento del partido en términos humanos y económicos, puesto que el financiamiento provenía también del movimiento obrero.
En 1924 el jefe del Laborismo, Ramsay Macdonald, llegó al poder en Inglaterra. Este triunfo representó una reorganización de las fuerzas políticas inglesas, puesto que al anterior <bipartidismo liberal-conservador le sustituyó el bipartidismo conservador-laborista que ha alternado en el gobierno por más de ochenta años a los dos partidos.
Al hablar de la orientación ideológica de su partido y de las circunstancias de su país, el líder laborista inglés Ramsay Macdonald explicó en 1924 que, “es la única forma política en que el socialismo evolucionista puede arraigar en un país con las tradiciones políticas y métodos de la Gran Bretaña”.
El laborismo tiene muchos puntos de contacto con la >socialdemocracia. Como ella, defiende el sistema de <economía de mercado, a condición de que se dé la libre competencia. Pero cuando individuos o grupos dominan el mercado, sostiene que la autoridad pública debe intervenir para restablecer el equilibrio y la libertad económica.“Competencia donde sea posible, planificación donde sea necesaria”, fue la proclama del Partido Socialdemócrata Alemán en su Programa de Godesberg de 1959, compartida plenamente por el laborismo inglés.
Mira con desconfianza al mercado aunque sostiene que éste es necesario. Sabe que en él se marcan tendencias permanentes hacia la concentración del ingreso, la eliminación de la competencia, el olvido de necesidades públicas básicas, la despreocupación por el pleno empleo y por la estabilidad monetaria, la desatención de necesidades futuras y el desinterés por la protección ambiental. Pero no pretende eliminarlo sino suplir sus deficiencias y corregir sus deformaciones, para lo cual el Estado debe mantenerse atento y listo a intervenir.
Para el laborismo la concentración del poder económico entraña peligros, no obstante que en Inglaterra la propiedad de los instrumentos de producción está ampliamente repartida entre los miles de accionistas anónimos de las empresas. De todos modos, el Estado debe tomar arbitrios para defender el buen funcionamiento del mercado y los intereses de los consumidores.
El laborismo defiende un orden económico mixto en el que tienen cabida tanto los mecanismos del mercado como la planificación estatal, la propiedad privada con el control social y las decisiones centrales con las descentralizadas, para alcanzar las metas de la política económica del Estado.
La flexibilidad de su doctrina permite al laborismo inglés replantear con la frecuencia conveniente los objetivos humanos del desarrollo económico. Dado que el incremento del producto interno bruto de un país no significa automáticamente el mejoramiento de la calidad de vida de la población, tienen que hacerse reajustes para articular los objetivos de los agentes económicos privados con el sistema de objetivos socialmente deseables definido por el Estado inglés.
El primer ministro inglés Anthony Blair planteó en septiembre de 1998 la tesis de la >“tercera vía”, equidistante del laissez-faire y del estatismo, para alcanzar el crecimiento económico y el desarrollo social en el marco de una sociedad abierta, justa y próspera.
En su manifiesto de 20 páginas publicado por la Fabian Society de Inglaterra y después por la Fundación Alternativas de España, Blair explica, aunque sin muchas precisiones, que “la tercera vía representa el camino hacia la renovación y el éxito de la socialdemocracia moderna. No se trata simplemente de un compromiso entre la derecha y la izquierda sino de una política que se libera de los vínculos de ideologías superadas y se propone recoger los valores fundamentales del centro y del centroizquierda para aplicarlos al mundo moderno que atraviesa por importantes cambios sociales y económicos”.
La propuesta fue formulada en nombre del “nuevo Laborismo” británico, o sea del laborismo que con su presencia se ha “pragmatizado” —para descender de las alturas doctrinales e ir al encuentro de los anhelos diarios de la gente— y que busca lo que el primer ministro inglés denomina “una nueva alianza entre el progreso y la justicia” a fin de formar “sociedades demócratasociales dinámicas para el siglo XXI”.
En esta línea de pensamiento, Blair afirmó que el rol de los gobiernos es principalmente promover a estabilidad macroeconómica, desarrollar políticas de bienestar y empleo —bajo la convicción de que el Estado benefactor no ha muerto—, retomar la seguridad social, mejorar la educación e impulsar la empresa, particularmente la empresa del futuro basada en el conocimiento.
“En toda Europa —dijo— los gobiernos socialdemócratas son los pioneros en la reforma del Estado de bienestar, abordando el problema de la marginación social, comprometiendo a las empresas en nuevas formas de colaboración y creando una base económica estable para propiciar la inversión y la estabilidad a largo plazo”.
Sin embargo, la propuesta de Blair tiene sin duda un sesgo derechizante porque plantea una equidistancia, no entre la vieja izquierda y el laborismo, sino entre éste y el neoliberalismo, en un intento sincrético de sus postulaciones ideológicas, que haría del laborismo un “neoliberalismo soft”, para usar las palabras del sociólogo francés Pierre Bourdieu. No obstante lo cual entraña tres elementos muy importantes: el abandono explícito del >thatcherismo y de la >reaganomics, el reconocimiento de que el Estado de bienestar no ha muerto y tiene mucho que dar de sí todavía y la declaración de que “la libertad de la mayoría requiere un gobierno fuerte”.