Esta palabra proviene del griego heterodoxía, compuesta de las voces heteros, que significa “otro” o “distinto”, y doxa, “opinión”. Heterodoxia es, en stricto sensu, la discrepancia con los principios fundamentales que rigen cualquier religión, doctrina filosófica, arte o sistema político. Pero en el ámbito religioso, que es donde se la ha empleado con mayor frecuencia, esta palabra significa la opinión diferente del dogma definido por las diversas ramas del cristianismo. Es sinónima de herejía y antónima de ortodoxia.
Esta palabra se utilizó con mucha frecuencia a lo largo de la accidentada vida de la Iglesia Católica, plagada de querellas dogmáticas, de herejías y de cismas desde los días mismos de su fundación.
Especialmente durante la Edad Media brotaron muchísimas controversias en torno a las “verdades de la fe”, las más importantes de las cuales fueron la del arrianismo y de los iconoclastas durante los siglos IV al IX; la de los valdenses y albigenses, en Francia, durante el siglo XII; las de Wicleff, Jerónimo de Praga y Juan Huss en el siglo XV.
En 1378 se produjo el gran cisma de Occidente, que dividió a la Iglesia por cuarenta años y opuso a los pontífices de Roma con los de Avignon en una lucha sin cuartel.
A comienzos del siglo XVI surgió el movimiento insurreccional promovido por los teólogos Lutero, Melanchthom, Calvino, Zwinglio, Oecolampadius, Bucero, Farel y otros en contra de la jerarquía católica de Roma, que se denominó la >reforma protestante.
Durante estos duros avatares se acuñaron las palabras ortodoxo y heterodoxo, de profunda raigambre religiosa, para designar a quienes estaban alineados con la postura oficial de la Iglesia romana o con la de los cuestionadores de ella.
Pero por extensión se suele llamar heterodoxo también a quien sostiene una opinión distinta a la aceptada generalmente, o a quien se aparta de las ideas recibidas en un medio o en una escuela, o hace cosas diferentes o las mismas cosas pero de manera diferente de la generalmente admitida en una sociedad.
Con frecuencia ha ocurrido dentro de la dinámica de la historia que la heterodoxia de una época se ha convertido en la ortodoxia de la siguiente.
Los revolucionarios y los reformistas en el campo político, lo mismo que los herejes e innovadores en el ámbito religioso, son necesariamente heterodoxos puesto que insurgen contra el orden establecido.
Lo contrario de lo heterodoxo es lo ortodoxo, que en su más amplia acepción es la conformidad con la doctrina clásica o con los principios tradicionales de una escuela de pensamiento en cualquiera de los órdenes de la vida social. Es el sometimiento riguroso al orden de cosas establecido en el ámbito religioso, filosófico, político, artístico o en cualquier otro de la actividad humana.
Evidentemente que la palabra ortodoxia tiene en política una connotación de “conservadorismo”, esto es, de conformismo con el orden imperante. Políticamente ortodoxa es la persona, partido, gobierno o institución que profesa el conservadorismo como actitud de inmovilismo ante las demandas y retos de la vida.