Esta es una palabra propia de las artes gráficas. Se ha formado por la unión del elemento compositivo estereo (proveniente del griego), que significa “sólido” o “duro”, y tipo, del latín tipus, que es “impresión”, “huella”, “molde” o “modelo”. Estereotipia, por tanto, es la técnica de imprimir que, en lugar de moldes compuestos de letras sueltas, usa planchas en las cuales cada página está fundida en una sola pieza. Fue inventada por el impresor francés Gabriel Valleyre hacia el año 1700 al verter cobre fundido sobre un molde de arcilla a fin de obtener las planchas para imprimir un calendario. Hacia el año 1725 en Edimburgo el platero William Ged realizó impresiones con moldes de diversos materiales y lo mismo hizo el impresor Michael Funcker en la ciudad germánica de Erfurt poco tiempo después. En los siguientes años varios impresores europeos perfeccionaron el proceso, hasta que el grabador, tipógrafo e impresor parisiense Firmín Didot, mejorando la técnica, obtuvo en 1797 el reconocimiento oficial de la invención.
La plancha se elabora mediante un molde negativo, llamado matriz, hecho generalmente de cartón, sobre el cual se vierte una aleación metálica compuesta de plomo, estaño y antimonio fundidos. La plancha entonces recoge la impronta de la matriz. Este es el estereotipo que sirve para reproducir una composición tipográfica.
En su sentido original es un término propio de las artes de impresión gráfica. Pero en su sentido figurado es la imagen o idea fija e invariable que una persona o un grupo tiene acerca de algo. En este sentido, el estereotipo es una idea o una tesis que se la acepta sin crítica y en forma global, esto es, sin desintegrarla en sus diferentes partes.
Por extensión es en política la formación de “tipos” o “clisés” mentales, es decir, moldes rígidos y rutinarios en las formas de pensar y de actuar.
Se dice que una idea, teoría o concepción son “estereotipadas” cuando no responden a un proceso racional de elaboración ni a una secuencia lógica de pensamiento sino que resultan de la aceptación y repetición, sin sentido crítico, de lo que comúnmente se considera como una “verdad” aceptada e indiscutible, a la que se aferra una persona. La repetición automática del hombre común o de la mediocridad encumbrada a destinos políticos importantes suele convertir con frecuencia a una idea en una verdad terminada e inapelable, es decir, en un estereotipo.
La vida política está llena de estereotipos originados en la implacable subinformación o la pereza mental de algunos de los adocenados actores de ella que nunca se han detenido a desmenuzar e investigar el contenido de verdad que tienen sus afirmaciones o conductas rutinarias.