Este término viene del latín stamentum. Se usa como sinónimo de <clase social aunque, en rigor, se refiere a la rígida estratificación de las sociedades monárquicas de los siglos pasados. Ellas fueron, por antonomasia, las ”sociedades estamentales”. En ellas prevaleció una rígida e impenetrable división horizontal entre la nobleza, el clero y el resto de la población —el “estado llano”, que se denominaba en la monarquía francesa— sometido a la más dura opresión política y explotación económica.
Estos fueron los tres estamentos sociales de la estructura codificada de las sociedades precapitalistas. Durante la monarquía de Aragón en España hubo una cierta variante. Cuatro estamentos concurrían a las Cortes: el eclesiástico, el de la nobleza, el de los caballeros y el de las universidades y municipios. Pero esto no alteraba en modo alguno la estratificación general propia del ancien régime.
En resumen, puede decirse que la palabra estamento designa la realidad estructural específica de las sociedades monárquicas anteriores a la revolución de Francia. Se refiere a la rígida estratificación horizontal que en ellas imperaba. Por tanto, su uso como sinónimo de clase social no es correcto, aunque algunos pensadores, entre ellos Federico Engels (1820-1895), hayan acudido a él.
Mientras que la <clase social nace de la economía, el estamento nace de la tradición. Esta es una diferencia muy importante porque marca una enorme distancia en cuanto a movilidad social. La situación estamental no está determinada por el dinero o la riqueza, aunque normalmente estos atributos acompañan a los estamentos privilegiados, especialmente la propiedad de la tierra. Esto significa que, dentro de la inmovilidad de la sociedad estamental, la adquisición de dinero no promueve para una persona el paso de un estamento inferior a otro superior ni la carencia de patrimonio implica una descalificación estamental. El “señorío” de los altos estamentos no se ve afectado por las fluctuaciones monetarias de sus miembros. El estamento está determinado fundamentalmente por el origen de las personas —por el “carisma hereditario”, que decía el politólogo y economista alemán Max Weber (1864-1920)— y por su forma de vida. Los estamentos son hereditarios. Vienen de atrás. No se improvisan. En tanto que las clases sociales son relativamente móviles. Como ellas se originan en el proceso de la producción, en las diferencias de riqueza y en la relación de las personas con los instrumentos productivos, los individuos cambian de clase cada vez que esos factores se modifican.