Es, en política, la permanencia y seguridad de una situación establecida. Se manifiesta como duración en el tiempo y firmeza en el espacio. Se dice que un régimen polítco es estable cuando su permanencia no está amenazada. En cierto modo, la estabilidad representa el triunfo de la conservación sobre el cambio, aunque en ocasiones puede tratarse de la conservación de un orden innovador. O sea de la afirmación de lo actual frente al retroceso. En todo caso, la estabilidad no tiene que ver necesariamente con la bondad de un sistema político. Es simplemente la firmeza con que éste es capaz de mantenerse y la “previsibilidad” de que esa situación se sostendrá por un buen tiempo. La “previsibilidad” nace de un conjunto de indicadores que señalan razonablemente que aquella situación durará en el tiempo. El simple equilibrio no es estabilidad. Al contrario, puede significar inestabilidad en la medida en que en cualquier momento puede cambiar la correlación de fuerzas que lo producen. La estabilidad nace de la hegemonía de unas fuerzas sobre sus opositoras, vale decir, del desequilibrio.
La estabilidad puede tener diferentes escalas, según se refiera a la forma de organización estatal —democracia o autocracia—, al modo de gobierno establecido —monarquía o república—, a la fortaleza de los mandos políticos o a la permanencia de los partidos en el poder.
En todos los casos, la estabilidad depende de muchos factores: de la >legitimidad de los regímenes políticos, de su eficacia, de su honestidad, del respaldo popular con que cuenten, del prestigio de las leyes y de las instituciones gubernativas, de la continuidad administrativa, del bienestar general de la población, de la fortaleza de la economía, del grado de desarrollo político de la comunidad, de los avances en la >institucionalización del poder, de la homogeneidad social, de la fuerza de los >partidos políticos, de los <consensos que se logren en la comunidad, de la justicia social, de la erradicación de la >violencia, de la disciplina y coherencia sociales.
Todos estos factores contribuyen a la estabilidad política del Estado y aseguran su >gobernabilidad. Pero la ausencia o debilidad de ellos es también causa potencial o actual de <desestabilización.
En el campo de la economía la estabilidad se presenta como una situación exenta de grandes fluctuaciones en los niveles de los precios, la renta, las tasas de interés, el tipo de cambio y el empleo, así como de bajos índices de desocupación, inflación reducida y controlada, crecimiento económico lineal y, en suma, firmeza de los índices de la macroeconomía de un país. Alcanzar la estabilidad es precisamente una de las metas de los planes económicos de corto plazo y recobrarla es el objetivo principal de los programas de ajuste.
El economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) afirmó que el logro de la estabilidad económica no se alcanza automáticamente con el libre juego de las fuerzas del mercado, como pensaban los economistas de la escuela clásica, sino que requiere la adecuada intervención reguladora del Estado, que se concreta en diversas medidas de política económica en el ámbito monetario, crediticio, cambiario, tributario y fiscal. Y aunque el fine tuning de estas políticas no es fácil de conseguir, sin ellas el proceso económico pierde el rumbo, agudiza los desniveles, fomenta la acumulación del ingreso en pocas manos y olvida los programas sociales, ecológicos y culturales. El economista norteamericano Milton Friedman (1912-2006) piensa, en cambio, que cualquier situación de inestabilidad económica puede y debe ser corregida por las propias fuerzas del mercado, que tienen la virtud de autorregularse. Friedman cree firmemente que el sector privado tiende hacia la estabilidad mientras que el sector público la perturba. Por tanto, para él y para quienes como él piensan el manejo de la economía debe estar confiado a manos privadas.
En la conducción económica de un país tiene especial importancia la estabilidad monetaria, o sea la permanencia del poder adquisitivo de la moneda y, por tanto, la ausencia de fluctuaciones bruscas en el nivel general de precios. Ella previene tanto la >inflación como la <deflación en los precios de los bienes y servicios que se ofrecen en el mercado y evita una serie de trastornos en la economía, dado que la moneda no es en modo alguno un elemento neutral. El valor de la moneda tiene incidencia en la distribución del ingreso, en la balanza de pagos, en las actividades exportadoras e importadoras, en el ahorro e inversión y en todo el curso de la economía. Si sólo consideráramos una de las funciones que cumple la moneda: la de ser medida del valor, sería fácil imaginar lo que sus fluctuaciones pueden ocasionar en el proceso económico de un país. Sería como que la libra, el kilo, el metro o cualquier otra medida fueran variables. Ello causaría un caos en las transacciones.
Sobra decir que la inestabilidad económica inmediatamente se refleja en la vida política. En realidad ellos son dos factores que interactúan. La inestabilidad económica coadyuva a la inestabilidad política y, a la inversa, ésta repercute inevitablemente en el desenvolvimiento de la economía.
Cuando una economía sufre determinados desajustes se suelen aplicar las llamadas medidas de estabilización a fin de recuperar el equilibrio macroeconómico a corto plazo. Esas medidas son generalmente duras y tienen un alto costo social. Usualmente son medidas de >shock. Las recomienda para esos casos el Fondo Monetario Internacional (FMI) con el nombre de programas de ajuste. Persiguen, como objetivos estratégicos, la desregulación de varias áreas de la economía, la privatización de empresas públicas, la imposición de nuevos tributos, el mejoramiento de las recaudaciones, el alza de las tarifas de los servicios públicos, la contención del incremento de salarios, la devaluación monetaria, la baja de la tasa de inflación, la disminución del déficit fiscal, el incremento de las reservas internacionales, la disminución del gasto corriente del sector público, la contracción de la inversión, la restricción de la emisión monetaria, liberación de las tasas de interés, liberalización cambiaria, eliminación de subsidios, pago de la deuda externa y otros arbitrios de este estilo encaminados a mejorar los indicadores macroeconómicos