Fue una recapitulación de la <doctrina Tobar hecha por el presidente Woodrow Wilson de Estados Unidos a raíz de ciertos acontecimientos surgidos durante el proceso de la Revolución Mexicana de principios del siglo XX. El presidente Francisco Madero fue derrocado en 1913 por su ministro de guerra, el general Victoriano Huerta, y asesinado mientras se encontraba bajo su custodia. México entero se estremeció por el crimen, cuyos artífices fueron el viejo y astuto general, que había traicionado al presidente, y el alcohólico embajador estadounidense en México, Henry Lane Wilson.
El presidente Wilson se negó a reconocer al nuevo gobierno. Dijo que “no podemos experimentar simpatía por los que tratan de apoderarse del poder del gobierno, en beneficio de sus intereses o ambiciones personales. Somos amigos de la paz, pero sabemos que en estas circunstancias no puede haber una paz duradera o estable”.
Las palabras del gobernante norteamericano conformaron la llamada doctrina Wilson sobre el no reconocimiento de ciertos gobiernos de facto, que fue aplicada durante el período comprendido entre 1913 y 1931 por Estados Unidos en sus relaciones con los otros países del continente.
En el mismo año de 1913, el secretario de Estado William Jennings Bryand explicó esta doctrina y dijo que “el único propósito de los Estados Unidos es asegurar la paz y el orden en la América Central, tratando de que el proceso de su autonomía no se interrumpa ni sea dejado de lado. Usurpaciones como las llevadas a cabo por el general Huerta amenazan más que cualquier otra cosa la paz y el desarrollo de América. No sólo imposibilitan la evolución normal de la autonomía y del gobierno sino que además influyen para destruir la vigencia de las reglas de Derecho, poner bajo un riesgo constante las vidas y fortunas de los ciudadanos y de los extranjeros, invalidar contratos y concesiones en la forma que el usurpador considere más conveniente para sus propios intereses y desprestigiar tanto el crédito nacional como los mismos cimientos del comercio nacional o extranjero. Los Estados Unidos se proponen, en consecuencia, combatir y derrotar estas usurpaciones en todos los países en que se produzcan”.
Años más tarde el gobierno norteamericano abandonó la doctrina Wilson. El 6 de febrero 1931 el secretario de Estado Henry Stimson, al dirigirse al Consejo de Relaciones Exteriores con sede en Nueva York, expresó que “esta Administración se negó a continuar con la política de Wilson y ha seguido con la práctica anterior que fuera adoptada por todos los gobiernos, a partir de Jefferson. Tan pronto como nuestros representantes diplomáticos nos informaron que los nuevos gobiernos de Bolivia, Perú, Argentina, Brasil y Panamá controlaban la maquinaria administrativa del Estado, con la aceptación aparente del pueblo, y que tenían voluntad y también aparente capacidad para dar cumplimiento a sus obligaciones internacionales y convencionales, los mismos fueron reconocidos por nuestro gobierno. Y considerando el estado de depresión económica, con la consiguiente necesidad de adopción de medidas rápidas para contribuir a la estabilización, acordamos nuestro reconocimiento lo más rápidamente posible, a fin de dar a esos países, tan abrumados, las mejores oportunidades para que recuperen su poderío económico. Esta ha sido la política que hemos adoptado en todos los casos en que la práctica internacional no estaba afectada, o controlada, por tratados preexistentes”.