En la vida política se suele decir que alguien está en la cuerda floja o que baila en la cuerda floja cuando obra sin definición y con >oportunismo. Probablemente el origen de la expresión está en el espectáculo que brindan los volatineros en el circo o en las ferias populares al hacer sus saltos y contorsiones sobre un alambre con poca tensión. Ellos se balancean de un lado a otro, carecen de una posición fija y hacen sus forzadas acrobacias en el aire para caer siempre de pies.
Algunos políticos tienen las mismas virtudes que los volatineros, sólo que su escenario no es el circo sino la vida pública. Con sus cambios rápidos y forzados de posición pertenecen más al mundo de la acrobacia que de la política. De ellos se dice que “están en la cuerda floja” por su indefinición ideológica y su balanceo oportunista. Hacen equilibrios y volatines políticos, a semejanza de los del circo, para prevalecer o para defender sus conveniencias personales. Se desentienden de sus convicciones ideológicas y de los deberes disciplinarios para con su partido y optan por los atajos del <arribismo. Como los payasos de la cuerda floja, se bambolean de un lado al otro y hacen toda clase de piruetas y maromas al margen de sus convicciones y compromisos ideológicos.