Esta expresión empezó a usarse en las postrimerías del siglo XIX por los políticos adversos al zarismo en Rusia para designar la explotación económica que los grupos dominantes urbanos ejercían sobre los campesinos. Después la tomaron V. I. Lenin (1870-1924), Antonio Gramsci (1891-1937), Nicolás Bujarin (1888-1938) y otros pensadores marxistas para describir la dominación económica de las ciudades sobre el campo y denunciar las relaciones de intercambio desigual entre los sectores urbanos y los rurales, que se daban no solamente en Rusia sino en muchos otros países como consecuencia de las leyes del mercado.
La elaboración de esta teoría condujo a considerar que el desarrollo de los centros urbanos y el subdesarrollo de las regiones periféricas no son fenómenos independientes sino íntimamente ligados entre sí. El subdesarrollo periférico es, en no despreciable medida, la consecuencia del desarrollo de los centros urbanos y de la explotación que ellos han hecho a lo largo de mucho tiempo de los recursos de las zonas campesinas. En otras palabras, el desarrollo de los zonascentrales se explica por el subdesarrollo de las zonas periféricos dentro de un mismo país. Quiero decir con esto que se da en él una relación centro-periferia con características semejantes a las que existen en el colonialismo externo.
El dinamismo económico central ha erigido núcleos de decisión y de apropiación de los excedentes que han impuesto su dominio sobre las periferias cultural y económicamente atrasadas. Es en esos “centros de decisión” que se diseña el orden económico nacional que, a través de la división del trabajo, tiende a condenar a las regiones periféricas a producir alimentos y materias primas para abastecer las usinas industriales de los núcleos urbanos.
A semejanza del <colonialismo externo, en el interior de los países los centros urbanos dominantes buscan en la periferia campesina las fuentes de las materias primas para alimentar sus industrias, establecen injustas relaciones de intercambio y les imponen una cultura.
La colonización interna conduce siempre a una sociedad dual en la que conviven regiones socioeconómicas avanzadas y regiones atrasadas. Hay uno o más centros económicos desarrollados, que desenvuelven actividades productivas modernas e internacionalizadas, y una amplia periferia rezagada de quehaceres económicos primitivos y desintegrados del sistema central.
Los grupos dominantes forman una comunidad más allá de las fronteras nacionales con los grupos dominantes de otros países —tienen el mismo estilo de vida y comparten iguales valores éticos y estéticos— mientras que están casi totalmente desligados de los dilatados sectores atrasados y marginales de sus propios países.
En estas sociedades desintegradas coexisten diferentes modos de producción: desde el colectivismo primitivo y el feudalismo en la periferia hasta el capitalismo de la era electrónica en los centros urbanos principales.
Las causas del subdesarrollo de la periferia son, por tanto, estructurales y no se podrán superar a menos que se modifiquen las estructuras agrarias, tributarias y laborales que las originan.
De lo contrario, el colonialismo interno generará nacionalismos periféricos que reaccionan contra la dominación central —el centralismo— y no tardarán en plantear secesionismos y >separatismos.