Proveniente del latín colonus, que significa “labrador”, colonia es en su acepción política una sociedad de inmigrantes y descendientes de inmigrantes asentada sobre un territorio dominado y administrado por un gobierno extranjero.
Los colonos que la fundan, después de haber abandonado en grupo su propia sociedad, se establecen y emprenden una nueva vida en un lugar lejano. Son portadores de un propósito colectivo y trasladan a la nueva sociedad la cultura y los valores que traen consigo. Los aborígenes de las tierras conquistadas, si los hay, son desplazados, dominados o aniquilados por los colonizadores.
La colonia carece de soberanía aunque puede gozar de una cierta <autonomía en el manejo de sus asuntos públicos. El gobierno colonial se ejerce desde fuera, bajo el imperio de las leyes y autoridades metropolitanas. Sin embargo, el destino natural y lógico de la colonia es conquistar su independencia nacional para alcanzar la plenitud del gobierno propio. Ese ha sido el destino de los pueblos coloniales en América Latina, el Caribe, Asia y África, en el curso de los procesos de descolonización.
Los colonos fundadores son vectores de una cultura, una lengua, una religión y unas costumbres que implantan en la sociedad colonial por encima de las culturas autóctonas. Dejan por eso una impronta profunda y duradera en la nueva sociedad. Al iniciar un proceso de poblamiento, ellos reproducen las formas de organización social y de gobierno de su lugar de origen que, institucionalizadas por medio de leyes, estatutos, códigos, acuerdos y concertaciones, dan forma a la nueva sociedad. La reproducción de instituciones y costumbres metropolitanas hacen de la colonia una réplica del país de origen de los colonos. En este sentido, la colonia suele ser una prolongación política de la metrópoli, hasta el punto que Alexis de Tocqueville afirmó, en el siglo XIX, que “la mejor manera de juzgar la fisonomía de un gobierno es a través de sus colonias, ya que es allí donde sus rasgos se ven ampliados y se hacen más evidentes”.
Esto se vio muy claro, por ejemplo, en las colonias españolas de América, que recibieron de la “madre patria”, desde el inicio del proceso de conquista y colonización a finales del siglo XV, la estratificación social propia de la aristocracia feudal, la religión católica, la lengua castellana y hábitos de vida propios de la sociedad estamental española de su tiempo; o en las colonias inglesas del norte que se organizaron bajo la influencia determinante de la cultura anglo-protestante y de los principios ético-sociales y las tradiciones británicas de los siglos XVII y XVIII, complementados con el posterior aporte cultural de los inmigrantes holandeses y franceses, todo lo cual llevó a la comunidad norteamericana a hablar inglés, profesar la religión protestante, observar las tradiciones jurídicas británicas, implantar el individualismo, respetar las libertades, observar la igualdad y adherirse al derecho de propiedad privada. Esto, sin embargo, no obstó a que los descendientes de los inmigrantes masacraran a los indios aborígenes, esclavizaran y segregaran por un largo período a los negros, discriminaran a los asiáticos, postergaran a los católicos e impidieran la inmigración de personas procedentes de ciertos lugares del planeta.
Fue evidente también en la acción colonialista de Holanda, otro de los importantes imperios coloniales durante los siglos XVII y XVIII. El colonialismo holandés en África occidental, Estados Unidos, Brasil y el Caribe fue determinante. La Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (West-Indische Compagnie), fundada el 3 de junio de 1621 como una empresa de marina mercante, fue el instrumento de la expansión colonial y de la piratería de ese país. Los colonialistas holandeses penetraron y se establecieron en lo que actualmente es Nueva York, Connecticut, Delaware y New Jersey en Estados Unidos, fundaron puestos comerciales en las actuales Ghana y Angola, para el tráfico de esclavos, oro y marfil, y además fundaron colonias en las Antillas y Surinam. En lo que hoy es Recife en Brasil, después de conquistarlo a los portugueses, establecieron en 1630 la colonia de Nueva Holanda, con su capital Mauritsstad. La expedición comandada por Johan van Walbeeck, tras desalojar a los españoles, conquistó Curazao en 1634 y Aruba y Bonaire en 1636.
Los procesos coloniales suelen concluir con la >declaración de independencia de los pueblos colonizados, en la que, invocando su voluntad soberana, expresan las razones por las cuales han decidido alcanzar su emancipación política y constituirse en >Estado, con plenas facultades de autodeterminación y gobierno propio. Pero la emancipación nacional rara vez se alcanzó de manera pacífica y negociada, sino que fue el resultado de cruentas acciones revolucionarias victoriosas, en las que los pueblos coloniales se levantaron en armas para definir su destino nacional.