Se llamó así, por antonomasia, al proceso de transferencia de la propiedad privada de la tierra agrícola en la Unión Soviética a favor de las granjas colectivas —los kolhoz— y de las granjas estatales —los sovkhoz—, expropiándosela a los compesinos y agricultores.
Teóricamente, los kolhoz fueron fincas colectivas, formadas por la forzada unión de las parcelas de sus dueños, quienes tenían derecho a percibir parte de las utilidades de lo que ellas producían. En la práctica eso no fue así. Sus “propietarios” no tuvieron la percepción de utilidades ni pudieron ejercer la facultad de vender su parte a nadie que no fuera el Estado, que señalaba las condiciones del negocio unilateralmente. En la práctica no hubo diferencia con las granjas estatales, llamadas sovkhoz, de propiedad del Estado y trabajadas por empleados estatales.
La colectivización fue hecha a sangre y fuego por Stalin para vencer la tenaz oposición de los kulaks, que fueron exterminados masivamente.
Por extensión o analogía, llámase colectivización a todo proceso de transferencia de la propiedad individual a la propiedad comunitaria o estatal sobre cualquier género de bienes.