Desígnase con esta palabra a la acción política que se desarrolla en secreto o al margen de la ley. Generalmente se trata de operaciones de insurgencia, que por su naturaleza suelen llevarse dentro de la mayor reserva. Se habla entonces de lucha “clandestina” o de que alguien está en la “clandestinidad”.
Los grupos de resistencia franceses que se formaron a partir de la derrota y rendición del ejército de Francia ante las tropas alemanas en 1940, realizaron una heroica lucha clandestina contra las fuerzas de ocupación nazis y contra su propio gobierno colaboracionista, presidido por el viejo mariscal Philippe Pètain. La organización de sus células de combatientes —los maquis— para eludir la vigilancia y represión de la policía secreta alemana —la GESTAPO— y la operación de ellas en los atentados, <boicot, >sabotajes y demás acciones paramilitares contra las fuerzas de ocupación, fueron parte de la lucha clandestina de los franceses libres de la resistencia. Toda la tarea del special operations executive (SOE) formado en Londres por el gobierno inglés con la misión de entregar apoyo logístico a los maquisards, a los que proveyó de armas cortas, explosivos, equipos de comunicación y otros implementos de lucha, fueron también parte de la clandestinidad, lo mismo que las acciones encubiertas de la american office of strategic services (OSS) de Estados Unidos en apoyo a los combatientes clandestinos de Francia.
La resistencia, al debilitar y distraer a las fuerzas nazis de ocupación, jugó indudablemente un gran papel en la liberación de Francia en 1944.
A lo largo de la historia antigua y reciente hay innumerables casos de lucha política y conspiración en la clandestinidad. Simplemente a título de ejemplo puedo mencionar al grupo militar clandestino denominado movimiento de oficiales libres, que organizó y encabezó el general Mohamed Neguib en Egipto con el objetivo de destronar al rey Farouk y que se alzó en armas el 23 de julio de 1952 para derrocarlo. Este golpe militar, que puso fin al colonialismo británico y que suprimió la monarquía y estableció la república, si bien con perfiles autoritarios y represivos, fue el fruto del largo trabajo conspirativo en la clandestinidad de un grupo de oficiales jóvenes. Naguib asumió el poder como primer ministro pero en 1954 Nasser sustituyó a Neguib y dos años después se hizo nombrar Presidente de Egipto.
Se podrían citar muchos casos de acción política clandestina en el pasado, desde la que emprendieron los primeros cristianos hace dos mil años contra el Imperio Romano, y aún antes, hasta nuestros días. Sin embargo, dado el avance tecnológico al servicio de las fuerzas regulares del Estado, es cada vez más difícil emprender en acciones de este tipo en nuestros días. Los aparatos de seguridad gubernativos, dotados de equipos electrónicos muy sofisticados, están en capacidad de detectar con menos dificultad que antes esta clase de movimientos.