Es una palabra de origen religioso. Viene del latín schisma, que significa escisión o separación en el seno de una iglesia. El "Diccionario de Autoridades", compuesto por disposición del rey Felipe V de España en 1726, define el cisma como “la división, discordia, separación de los miembros de un cuerpo místico de su cabeza: lo que sucede cuando en la elección del Sumo Pontífice se apartan algunos del que ha sido elegido canónicamente, y congregándose, sin legítima autoridad, nombran otro, que es el Antipapa, dando ocasión a los fieles para que se escandalicen y dividan, prestando unos la obediencia al verdadero y otros al falso”.
La Iglesia Católica ha tenido muchísimos cismas a lo largo de su accidentada vida institucional —el de Hypólito, el de Novato y Novaciano, el de los melecios, de los donatistas, de Lucifero, de Focio, el cisma de Oriente, el de Inglaterra y tantos otros— pero el más importante de todos fue el llamado cisma de Occidente, que duró desde 1378 hasta 1418, originado cuando a la muerte de Gregorio XI los cardenales eligieron papa, con el nombre de Urbano VI, a Bartolomé Prignano. Cuatro meses después, 13 cardenales no italianos reunidos en Anagni declararon nula esa elección y un mes más tarde, el 20 de septiembre de 1378, eligieron en Fondi al cardenal Roberto de Ginebra, que tomó el nombre de Clemente VII. La división de la Iglesia quedó planteada con la existencia de dos papas. Los monarcas de Francia, Castilla y Aragón ofrecieron obediencia a Clemente VII mientras que Inglaterra, Alemania e Italia estuvieron con Urbano VI. A la muerte de éstos fueron elegidos los sucesores: Bonifacio IX, por un lado, y Benedicto XII, por el otro. El primero residía en Roma y el segundo en Avignon. Tras inacabables litigios y problemas entre estos pontífices y sus sucesores, y bajo las mutuas acusaciones de crímenes y otros desafueros, fracasado el conciliábulo de Pisa, se reunió finalmente en 1414 el Concilio de Constanza, que depuso a un papa, aceptó la renuncia del otro y procedió a elegir el 8 de noviembre de 1417 al cardenal Oton Colonna, quien tomó el nombre de Martín V.
Terminó así el gran Cisma de Occidente.
Aunque en rigor el cisma en el campo religioso es la escisión que se produce en razón o por consecuencia de la elección de un papa, debido al desconocimiento que de su investidura hace un sector de los fieles —de modo que, por eso, no es lo mismo cismático que hereje—, el cisma en el campo político es toda división irreconciliable que se suscita en un gobierno o en un partido político por cualquier razón.