Fue la concepción del economista argentino Raúl Prebisch (1901-1986), allá por los años 50 del siglo XX, para explicar el desarrollo de la economía moderna. La dualidad de su formulación consiste en la coexistencia de un centro, compuesto de países poderosos y avanzados, que monopoliza el desarrollo tecnológico, y una vasta y heterogénea periferia de países atrasados y dependientes que giran alrededor de aquel. Hasta la Primera Guerra Mundial Inglaterra fue el núcleo principal de ese centro y después lo fueron los Estados Unidos de América.
El perfil sugerido por Prebisch tiene una base histórica. Desarrollo y subdesarrollo no son fenómenos independientes ni aislados sino íntimamente vinculados entre sí. El subdesarrollo de los países pobres es la consecuencia del desarrollo de los países ricos y de la explotación que éstos han hecho, a lo largo de mucho tiempo, de los recursos de la pereiferia. En otras palabras, el desarrollo de los países centrales se explica por el subdesarrollo de los países periféricos de América Latina, Asia y África. Esta es la relación que Prebisch ha llamado centro-periferia y que es una relación de dominación y dependencia.
Según este modo de ver las cosas, el mundo está polarizado entre un núcleo central de decisión y de apropiación de los excedentes económicos, que ha impuesto su dominio sobre el planeta, y un amplio círculo periférico de países tecnológicamente atrasados y pobres. Es en esos “centros de decisión” donde se diseña el orden económico internacional, que agudiza el fenómeno de la concentración del ingreso a escala mundial y que somete a los países de la periferia latinoamericana, asiática y africana a indecibles sacrificios.