La palabra capilla proviene del latín tardío capella, que significa el pequeño edificio destinado al culto. Esta palabra castellana fue acuñada en el siglo XI y de allí pasó, con la misma acepción, a casi todas las lenguas de la cristiandad medieval.
Por analogía, se llama capilla política, con cierto dejo despectivo, a los pequeños y dogmáticos círculos políticos donde se tratan y deciden entre pocos los asuntos públicos.
Las capillas son generalmente muy sectarias. Para sus miembros el mundo comienza y termina dentro de las cuatro paredes del cenáculo. Se dice de un partido político que se ha convertido en “capilla” cuando el número de sus miembros es muy reducido.