Conjunto poco numeroso de personas que deciden, a espaldas del resto, los asuntos claves de la acción política de un país, de un partido o de un conglomerado social cualquiera. Se llama así también a un pequeño grupo, altamente situado, que ejerce influencia determinante sobre las decisiones del gobernante o del gobierno.
Esta palabra se empezó a usar desde 1814 con referencia al grupo de palaciegos y aduladores que rodeó al rey Fernando VII de España y que, por su cercanía al monarca, ejerció gran influencia en los negocios del Estado. Este grupo solía reunirse en la antesala de la cámara real. Allí frecuentaban el Duque de Alagón, Ramírez de Arellano, Pedro Collado, Antonio Ugarte, el nuncio Gravina, los frailes Ostolaza y Escóiquiz y varios otros cortesanos. Ese fue el origen de la palabra. La influencia de los palaciegos estaba dada no por su cultura o inteligencia sino por la amistad y confianza que les dispensaba el rey.
Después la palabra, con su sentido despectivo, formó parte del vocabulario político general.
Pero sin duda fueron los marxistas los que más usaron y abusaron de ella para calificar a sus enemigos de dentro y de fuera. En los tiempos de Mao, los dirigentes del Partido Comunista chino se referían a los dirigentes comunistas de la Unión Soviética como “la camarilla de los renegados revisionistas soviéticos” y con respecto a sus adversarios internos en el Partido, allá por los años de la >”revolución cultural”, decían que ellos formaban parte de la “camarilla revisionista”. Estos, a su vez, dijeron lo mismo después de la muerte de Mao en 1976 con relación a Lin Biao, Jiang Qing, Kang Sheng, Zhang Chunqiao y otros líderes de la “desviación izquierdista” del Partido Comunista chino.