En el ámbito de la administración electoral, las llamadas “leyes de Duverger” postulan como principio que el sistema electoral de mayoría para convertir los votos en escaños conduce al dualismo partidista mientras que el de representación proporcional favorece el pluripartidismo.
En efecto, el jurista y sociólogo francés Maurice Duverger a comienzos de los años 50 del siglo XX sostuvo que el método de la mayoría relativa tendía a producir el sistema de dos grandes partidos al paso que el de representación proporcional conducía hacia el multipartidismo.
Afirmó textualmente que, esquematizando las cosas, la fórmula podría expresarse así: “el escrutinio mayoritario de una sola vuelta tiende al dualismo de los partidos” y “el escrutinio mayoritario de dos vueltas o la representación proporcional tienden al multipartidismo”. El tratadista francés dijo además que este esquema “está muy próximo a una ley sociológica”. Sin embargo, hay demasiados casos que contradicen el planteamiento del tratadista francés como para aceptarlo como ley. En varios Estados existen regímenes pluripartidistas con métodos de mayoría relativa y en otros los bipartidismos se combinan con la representación proporcional. De modo que las leyes de Duverger no tienen mucha consistencia.
Duverger se fundó en dos consideraciones para sostener su tesis de que el dualismo de partidos surge del sistema de mayoría de una sola vuelta y de que el multipartidismo resulta del sistema proporcional: el efecto “mecánico” o funcional que disminuye la presencia de los partidos perdedores —que produce en ellos lo que el pensador francés llamó subrepresentación— y el efecto psicológico que mueve a los electores a no “desperdiciar” sus votos. Pensó firmemente que el primer método electoral desalentaba a los políticos en cualquier intento de formar terceros partidos, sin verdadera opción de poder, y que los votantes, por su parte, no estaban dispuestos a perder sus votos en apoyo a partidos sin capacidad de obtener representantes en el parlamento. Se planteó entonces la cuestión del “voto útil”, que ha sido tan determinante en el curso de los acontecimientos políticos de los últimos tiempos. El elector, después de plantearse la idea de qué partido le será más beneficioso, reflexiona seriamente si el partido de sus simpatías tiene posibilidades de ganar. Si llega a la conclusión de que no las tiene, dará “utilidad” a su voto al sufragar por otro partido bajo la consideración de que es, como dijo Duverger, “el menos malo de sus adversarios y a fin de evitar el éxito del peor”.
El politólogo italiano Giovanni Sartori (1924-2017) reformuló en 1985 los principios enunciados por Duverger y los concretó en cuatro leyes “tendenciales” que llevan su nombre. La primera de ellas sostiene que los sistemas electorales de mayoría simple facilitan la formación del bipartidismo en los países que cuentan con partidos sólidamente constituidos. La segunda establece que los sistemas de mayoría simple presionan por la eliminación de los partidos situados debajo de los grandes. La tercera afirma que mientras mayor es la “impureza” del sistema de representación proporcional más acusado es su efecto reductor sobre la fuerza y por tanto sobre el número de los partidos políticos, a menos que éstos sean lo suficientemente vigorosos para resistir el embate del sistema. Y la cuarta sostiene que el sistema proporcional “puro”, esto es, el que impone el menor número posible de barreras y trata de proyectar con la mayor fidelidad la voluntad de los electores, fomenta la existencia de tantos partidos como tendencias de opinión popular los respalden.
El principio de la representación proporcional, por cierto, se ha planteado desde mucho antes. En Dinamarca se lo aplicó por primera vez en 1855 para integrar el parlamento, bajo la inspiración del ministro y matemático Carlo C. Andrae. En 1861 el filósofo y economista inglés John Stuart Mill sostuvo que el parlamento debía incluir no solamente los dos grandes partidos sino también representantes de las minorías importantes. El tema de la influencia de los sistemas electorales en el régimen de partidos se abrió a discusión en Inglaterra. El primer ministro laborista Ramsay MacDonald en 1909 defendió el sistema de la mayoría para que su partido socialista pudiese imponer su programa sin necesidad de las coaliciones mediatizadoras a que llevaría la representación proporcional.
Por supuesto que las causas profundas y estructurales de los regímenes de partidos deben hallarse en el grado de homogeneidad social de los países y no en los sistemas electorales. Mientras menores son los motivos de confrontación interna mayor es la tendencia hacia el dualismo de partidos. La dispersión de éstos se origina en los factores de discrepancia cultural, política, económica, étnica y religiosa que lleva en su seno una sociedad. Las leyes de Duverger o de Sartori sólo facilitan o dificultan la manifestación de las tendencias sociales endógenas, que son mucho más profundas y determinantes que los sistemas electorales.